Evento Sueños Veraniegos

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Verano 2025
« Duración: 09 Julio — 17 septiembre »


  • Cada año, las cálidas playas de la región Mahula son visitadas por turistas de todas las regiones del mundo, principalmente de su vecina más cercana, Aleria. Y en esta ocasión parece que has decidido sumarte a dichos visitantes. Por un momento deja a un lado tus aspiraciones por el campeonato o la monotonía impuesta por tu oficio y en su lugar disfruta de arena dorada, aguas cristalinas, el sol y toda clase de comida y bebidas exóticas.

    Tu destino es el pueblo de «Costa Espejo» en la isla de Karaula, ¿que no te suena?, no debería sorprenderte: se trata de una playa privada cuyos principales instalaciones fueron concluidas apenas un par de años atrás y recién está comenzando a llamar la atención de diferentes públicos. Los empresarios responsables de este proyecto se inspiraron en «Pueblo Arenisca», en la región de Teselia. La locación posee varias villas de lujo, así como restaurantes y un par de hoteles que apenas y si superan unos cuántos pisos, sus fachadas y estructuras van acorde con el paisaje, tratando de no romper la ilusión de encontrarte en un rincón aislado del mundo. Los paisajes vecinos están plagados de frondosas selvas y montañas, aunque son incapaces de competir con el océano: las aguas cristalinas son la razón del nombre del pueblo y además, el oleaje en la zona es casi nulo, perfecto para nada o bucear.

    Aunque lo mejor sería no bajar la guardia, el hecho de que se trate de un resort privado no indica bajos números de visitantes, ni mucho menos garantiza la ausencia de batallas Pokémon, puede que algún entrenador como tú ya se haya asoleado demasiado y decida tener una batalla contra ti para, ya sabes, desentumir las piernas.

    Además, parece que un singular Pokémon se encuentra interactuando con los visitantes: un Victini. De carácter vivaracho y tenaz puede que algunos les genere una extraña sensación de haberlo visto antes y, en efecto, este también podría llegar a reconocerte… ¿se tratará a caso de ese Victini? Lo que es seguro es que si te cruzas en su camino te arrastrará a sus pintorescas aventuras.

  • » Duración del evento: del 09 de julio al 17 de septiembre de 2025.
    »Todo jugador inscrito puede participar en el evento.
    » No existe número mínimo de palabras por post, sin embargo, eviten que estos sean demasiado cortos.
    » Los jugadores pueden contar las aventuras de sus personajes y Pokémon en su estancia en Costa Espejo.
    »Si así lo desean, los jugadores pueden interactuar con Victini y participar en sus aventuras, pudiendo tener las suyas propias o consultar la pestaña «Diario de Aventuras de Victini» para realizar las ofrecidas por el Staff.
    » Solo hay un Victini, por lo que si dos o más jugadores deciden tener aventuras juntos se deberá considerar que sus pjs interactuaron por separado con el legendario (el cual en algún punto se separó de ustedes) antes de unirse con el otro entrenador; esto solo si interactuaste con Victini antes de unirte al otro(s) jugador(es).

    » Este Victini es el mismo que apareció en el evento de «A través del Tiempo y el Espacio» en la versión de PNA de Dz, por lo que aquellos entrenadores que participaron en el mismo pueden reconocer a Victini y este a su vez recordará a sus personajes; sin embargo, su entrenadora Katheryne no parece estarlo acompañando por el momento. Si tu personaje no participó en dicho evento, no te preocupes, Victini de igual manera querrá tener aventuras con tu personaje.
    » Ficha de Victini disponible en pestaña de «Diario de Aventuras de Victini».


  • Pokémon: Victini
    Personalidad: Un niño pequeño e hiperactivo en el cuerpo de un Pokémon. Victini siempre está en movimiento, curioseando por doquier, tratando de buscar compañeros con quien jugar. Le encanta conocer a nuevas personas y Pokémon, además insiste siempre a su entrenadora a hacer nuevas amistades. Es demasiado inocente, motivo por el cual Katt siempre está vigilandole, sobre todo cuando está en presencia de desconocidos. Debido a su naturaleza, no suele ser un buen peleador, pues se distrae muy fácil; sin embargo, cuando él y Katt logran sincronizarse, hacen un dúo de temer donde Victini deja en claro a sus enemigos que es un "Legendario" en toda regla.
    Genero: ⚦
    Habilidad: Tinovictoria.




    • Un grupo de Qwifish ha sido arrastrado a la costa y, aunque los Pokémon no parecen estar heridos o cansados como para regresar a su debido hábitat, decidieron quedarse en este cómodo rincón veraniego. Por supuesto, la presencia de estos Pokémon es perjudicial para la actividad humana y de otros Pokémon. Victini parece estar motivado a resolver este problema, pero no por deseos altruistas, o la de proteger a los turistas y pokémon salvajes, sino porque ya no se puede nadar…



    • Es normal que los Wingull se aprovechen de los turistas despistados para arrebatarles sus preciados alimentos, pero un grupo en concreto de estas aves ha comenzado a robar objetos valiosos. Y por supuesto, tú has tenido la desgracia de sufrir un robo a manos de estos sin vergüenzas, aunque no te preocupes, tu mejor amigo Victini ha decidido echarte la mano para recuperar lo que te pertenece.




    • Es conocido que los Slowpoke son mordidos en la cola por un Shellder y así evolucionan en un Slowbro. Por lo regular, los Shellder hacen esto de manera instintiva en presencia de un Slowpoke, sin embargo, uno de estos parece generar el efecto contrario: no hay Shellder dispuesto a morderlo, es más, estos muestran su rechazo al punto de atreverse a atacarlo con tal de que se aleje de ellos. Aún con todo en contra, este Slowpoke no parece dar su brazo a torcer y busca con todas sus fuerzas encontrar al Shellder que le haga evolucionar. Semejante muestra de decisión, o de testarudez, ha conmovido a Victini quien desea echarle una mano.



    • Al parecer Costa Espejo forma parte de uno de los puntos de descanso de una manada de Wailord y Wailmer, aunque su estancia aquí está a punto de terminar, pues cada vez sus avistamientos han ido mermando más en los últimos días. Por supuesto Victini no puede desaprovechar la oportunidad de ver, tan cerca como le sea posible, a estos majestuosos Pokémon. Las aguas de Costa Espejo son aclamadas por ser tranquilas, sin embargo, el mar tiene otros peligros además de las olas: un grupo de Sharkpedo sigue de cerca a las ballenas, esperando el momento oportuno para atacar a un integrante lo suficiente rezagado y cansado. Y puedes dar por hecho que no desaprovecharan la oportunidad de convertirte en su aperitivo si decides acercarte demasiado.



    • Mientras jugabas con Victini en la playa ¡un ave ha descendido de los cielos y se lo ha tragado frente a tus ojos!, o bueno, al menos lo ha intentado, tal parece que el legendario se le ha atorado en la boca y hace su esfuerzo para evitar terminar en el estomago del osado Cramorant que lo designó como su bocadillo. Pero antes de que pudieses ponerle las manos encima al ave esta se ha echado a volar, tal vez buscando un sitio más tranquilo donde pasar bocado. Yo que tú me apresuraba a sacar a Victini de ahí...

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Soncarmela

Moderador
Adrián miró a su alrededor con cierta sensación de nostalgia. Aquella mañana se había despertado creyendo que había vivido un sueño excesivamente largo. Como si su vida no fuera la misma. Como si hubiera dormido durante demasiado tiempo. Pero entonces su pie tocó el suelo de mármol de la habitación del hotel y se desperezó. A él ese tipo de pensamientos no le detenían. Una pesadilla -o lo que fuera- no lo mantendría estancado. Alzó los brazos, se estiró como un gato y con el cabello todavía desordenado, fue hasta el lavabo y se mojó la cara. El espejo del baño le devolvió una mirada adormilada, de ojos hinchados. Pasó una mano mojada por el cristal y ocultó la imagen.

Así inició su día. Así inició su mañana. Confundido, extrañado. Entre la mezcla de dejar atrás y querer seguir adelante. Cumplir dieciocho años no le había hecho gracia. No por sumar edad, el número era una tontería... ¡Pero es que no había logrado obtener las ocho medallas antes! Y eso sí le ponía de malhumor. Se palmeó las manos en las mejillas. ¿Por qué se hacía esas preguntas? ¿Desde cuándo esos detalles eran importantes? ¿Era esto a lo que llamaban convertirse en adulto?

A tomar por saco los adultos. Le echó un último vistazo a la habitación: una cama grande, de matrimonio, con sábanas de seda que le habían arropado en la oscuridad. Una televisión enorme colgada en la pared, la cual ni siquiera había encendido desde que llegó. Un baño con bañera. Y una mesa con dos sillones. Al menos los trabajadores eran conscientes de con quién estaban tratando: el futuro -y presente- mejor entrenador de todo el mundo.

Una vez vestido, aseado -a su manera- y el cabello por todos lados, avanzó a grandes zancadas hasta la salida del edificio, donde el olor a arena, mar y gente sudada le alcanzó como un golpe sordo. Chasqueó la lengua y apretó todos los botones de sus esferas.
Y, por primera vez en esa mañana tan extraña, se sintió en casa. Con sus amigos. Con su familia. Abrazó a sus compañeros, los saludó con una gran sonrisa y todos ellos salieron corriendo en dirección a la playa.

No había hecho planes con nadie. Era verano. Eran sus vacaciones. Había optado por pasar unas semanas relajado, en parte también para pensar en cuál gimnasio afrontar la próxima vez que regresara a su vida habitual. Pero por hoy, por ahora, por esa mañana... Simplemente disfrutaría de la compañía de sus pequeños.

¡Y que le den por saco a todo el mundo! —gritó a los cuatro vientos. Blastoise lo imitó y expulsó dos chorros de agua al cielo. Las gotas cayeron sobre la cara de Yagami.
 

Relikt

Cosa del Mal
La palabra "vacaciones" había sonado atractiva en un inicio, ir a la playa, sentir el sol, la arena y el mar, disfrutar con sus compañeros Pokémon un rato de relajación era lo que Margaret se imaginaba cuando se planteó aquel pequeño viaje de descanso, sin embargo, al llegar al puerto el ánimo de la chica de ciudad central se desplomó al saber que debía subir a un barco para llegar a la isla de Karaula. Intentó meditar, hacerse pensar en que solo sería un viaje de algunos minutos y que podría soportar los mareos, todo pretendiendo simular un efecto placebo mientras tomaba un poco de agua para calmar la ansiedad. A su lado, Bastian observaba estoico el barco ya que sabía sería un recorrido bastante ocupado para él cuidando a su entrenadora, quien ya podía notarse pálida.

Andando, Bastian — le indica la rubia al Indeedee a su lado.

Indeedee asiente en respuesta y le sigue en silencio manteniéndose cerca de ella.

El barco dio inicio al viaje y el movimiento comenzó a hacer efecto en la mujer, quien se mantuvo sentada con la cabeza apoyada en una pared y con un trapo húmedo en la frente cortesía de Bastian. Maggie podía haber regresado al hotel para hacer otro plan en vez de subir a aquel endemoniado medio de transporte marítimo, pero sus Pokémon estaban animados en ir con ella a disfrutar unos días de sol y mar, por lo que no tuvo corazón de hacer cambio de planes e informarle luego a su pequeño equipo Pokémon, al menos le confortaba ver la expresión impasible de Indeedee dado que no parecía muy interesado en ir o no ir, si hubiese estado con Lucas o Adela probablemente se hubiese sentido mal en siquiera pensar en no subir al barco.

Indee — dijo Bastian ofreciéndole unas pastillas contra el mareo que había sacado de la mochila de su entrenadora.

Gracias, cariño — agradeció la mujer con una pequeña sonrisa tomando las pastillas y luego el agua que le ofrecía Indeedee. Una vez tomó las pastillas, Maggie suspiró volviendo a recostarse en su asiento. — Una pequeña victoria en este momento es que no he devuelto el desayuno — comentó bajando la mirada a su compañero.

Deedee — respondió Bastian con un suave asentimiento.

La próxima vez, recuérdame investigar primero antes de decidir nuestro siguiente destino, ¿vale? — Habla la rubia riendo por lo bajo.

Habían pasado dos meses desde que había iniciado su viaje como entrenadora Pokémon, aún tenía mucho por conocer y explorar por lo que se avergonzaba un poco al tener estos deslices por falta de información, pero no por eso iba a rendirse o desmotivarse aunque eso fuera una constante en sus pensamientos.

***
Costa Espejo a los ojos de Margaret era un lugar hermoso, agua cristalina, arena suave por donde caminar y poco oleaje para entrar al mar sin preocupación. Mientras caminaba por el boulevard rumbo al hotel donde tenia reserva, consideró comprar material de pintura y hacer un pequeño cuadro del lugar, si bien podía tomar una fotografía pensaba que disfrutaría más plasmando la imagen con sus propias manos.

Me alegro de haber venido — murmura la nativa de Ciudad Central viendo una pareja ir al mar junto a un pequeño niño para dejar que chapoteara un poco en el agua. ​
 
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Andrell Siegfried se hallaba recostado sobre un camastro frente a la playa, bajo la sombra de una sombrilla y en el ángulo correcto para recibir de lleno una fresca y húmeda brisa proveniente del mar. Desconocía cuánto tiempo llevaba con los ojos cerrados, arrullándose con el leve susurro producido por el vaivén de las olas. Ya ni recordaba qué pensamiento había estado ocupando su mente tan solo unos instantes antes, las preocupaciones se habían esfumado y estaba a la puerta de desconectarse por completo del mundo y sumergirse en un profundo sueño. Fue ahí cuando algo golpeó su rostro, no con demasiada fuerza, pero lo suficiente como para traerlo de vuelta al presente, aunque de una manera demasiado brusca para su gusto.

—Le juro que el lugar estaba vacío —balbuceó como pudo en su defensa mientras se reincorporaba—, además, estoy hospedado en este hotel y… —parpadeó confundido al no encontrarse con algún vacacionista molesto por alguna metida de pata suya—, ¿eh? —alcanzó a ver algo con el rabillo del ojo, aunque por seguir adormilado fue incapaz de reaccionar a tiempo y esquivarlo.

De nuevo "aquello" lo golpeó en el rostro, concretamente en su mejilla. Por lo menos ahora pudo darse cuenta de qué se trataba: un Empoleon le estaba abofeteando. Claro, aquel pinguino no era uno cualquiera, sino ni más ni menos que Sir Bonaparte Von Alfengeith Tercero, su compañero inicial. Y por su expresión sabía que algo le había disgustado; algo tan común que resultaba complicado adivinar la causa.

—¿Qué sucede, Bonaparte? —preguntó a la par que se acomodaba en su lugar y se sobaba la mejilla—, ¿tienes hambre, sed? —el aludido negó con la cabeza—, ¿quieres ir a nadar?, sabes que no necesitas pedirme permiso, solo ve y regresa cuando estés cansado.

—Leon, empo leon —el pingüino infló el pecho y entonces apuntó con su aleta hacía una dirección, Andrell le siguió con la mirada.

El pingüino estaba señalando un grupo de cuatro Krabby en la playa. Los cangrejos parecían estar teniendo una especie de batalla territorial, pues se lanzaban burbujas los unos a los otros, así como intentos de atraparse usando sus tenazas. Andrell seguía sin comprender cómo es que una disputa de unos inofensivos Krabby pudieron molestar a Bonaparte, fue entonces que cayó en un pequeño detalle: los cangrejos caminaban sobre la arena, pero alrededor de esta había montículos irregulares, antinaturales para una playa. Recordó entonces que su compañero había estado construyendo algo con arena húmeda tan solo momentos atrás.

—E-entiendo tu disgusto, Bonaparte —le regaló una sonrisa nerviosa—, pero si somos justos, nosotros estamos invadiendo su territorio, no podemos enojarnos por algo así.

—Empoleon, empoleon —al parecer él no pensaba lo mismo.

—Sería injusto iniciar una batalla por algo así —suspiró—, ¿por qué no buscamos mejor un lugar más tranquilo, eh?, un lugar donde puedas construir todo lo que quieras sin que te molesten.

Ya que se encontraban justo en el acceso al hotel, Siegfried sospechaba que solo sería cuestión de tiempo para que otro "incidente" con su Pokémon tuviese lugar, irse a un rincón más apartado, y tan solitario como fuese posible, sería lo mejor en esos momentos. Empoleon abrió el pico con disposición a seguir alegando, en verdad deseaba hacer justicia con mano dura, pero se detuvo en ese instante cuando un grito llegó hasta ellos.

Empoleon se mostró sorprendido, al igual que algunos transeúntes que pasaban justo por ahí en ese instante, pero todos ellos dejaron del lado al asunto casi al instante. Sin embargo Andrell no pudo hacerlo. Por alguna extraña razón aquella voz era un tanto desconocida, pero a la vez tenía algo familiar. Escudriñó con rapidez los alrededores, peinando cada centímetro.

—Empoleon, leon leon —Bonaparte seguía agitando sus aletas en un intento de captar su atención. Andrell no solo le ignoró, sino que sin aviso alguno comenzó a moverse en una dirección. Empoleon al principio se quedó perplejo, sin saber qué hacer, pero se vio obligado a seguir a su entrenador.

¿Cuánto tiempo había pasado? No recordaba la última vez que lo había visto, bien pudo ser solo un par de semanas o meses, pero también podrían haber sido años. Seria normal que no le reconociese de buenas a primeras, incluso su voz pudo cambiar con el paso del tiempo, ese tipo de cambios resultaban normales en alguien tan joven; a diferencia suya, que en todo este tiempo su único cambio vino a manos de un nuevo corte de pelo.

—¡Hermanito! —Andrell tomó desprevenido a un Adrián Yagami, concretando su abrazo antes de que este siquiera pudiese comprender lo que estaba pasando—. Mírate, cuanto has crecido —se apartó un paso para verlo de píes a cabeza—, espera —parpadeó como si estuviese recordando algo—, ya debes tener… ¿dieciocho?, ¡ya eres todo un adulto!


Soncarmela Soncarmela han pasado 84 años...
 

DrexeTiger

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El suave oleaje del océano se veía hermoso, sobre todo con el sol lanzando sus rayos de luz, que parecían danzar sobre la superficie acuífera. Era casi hipnotizante. Aunque en ese momento mis pensamientos no estaban en sincronía con la bella vista, pese a que parecía estar admirándola con detalle. No, al contrario. En mi cabeza solamente podía repasar una y otra vez la conversación con mi jefa que concluyó conmigo tomando unas vacaciones de forma “voluntaria”.

—Necesitas descansar— exclamó una voz femenina con seriedad a mis espaldas. Inmediatamente identifiqué la voz, aunque no quité la vista de la placa de componentes con la que me encontraba trabajando.
—Ya descanso todos los domingos, doctora— conteste distraídamente mientras cambiaba de posición chips y cables, intentando hacer que mi proyecto funcionara.
—Lo digo en serio, Darío— espetó un poco más seria esta vez, y al notar que no le prestaba toda mi atención procedió a golpear la mesa de trabajo con sus palmas, cosa que provocó que diera un pequeño saltito por la impresión —Vas a tomar unas relajantes vacaciones, y eso es una órden.
Esas exactas palabras hicieron que por fin volteara a mirar a mi jefa. Su suave y pequeño rostro no ocultaba para nada la ira que intentaba contener. Sus ojos violetas me miraban casi como si me estuviera juzgando. Con una de sus manos acomodó un par de rizos de su cabello negro en gesto de frustración. Su magnemite, que flotaba alrededor de ella como si fuera un pequeño satélite, me miraba con el mismo desdén, casi como si fuera un espejo de su entrenadora. Deje salir un suspiro y procuré sonreír con toda la naturalidad del mundo —Lo siento, doctora Rosa. Pero no puedo atrasarme con mi trabajo.
—¡No digas tonterías!—
estalló por fin, ahora golpeando la mesa fuertemente —¡De todos eres el que está más adelantado! Además repito, es una orden.
—P-pero yo…
—¡Ni una palabra más!—
de su bata de laboratorio saco mi pasaporte, el cuál no sabía cómo lo obtuvo. Me lo entregó y al abrirlo pude ver un boleto de barco, un folleto de viaje y una hoja con indicaciones —El barco zarpa en un par de horas.
—Doctora, pero mis clases en la Academia…
—Ya me encargué de hablar con el director y estuvo de acuerdo conmigo—
traidor, pensé aunque procuré que la palabra no escapara de mis labios —Además, me tomé la libertad de diseñar tareas y actividades para cubrir las clases que ya tenías preparadas. No tienes de qué preocuparte. Además, afuera ya te está esperando un taxi que te llevará al puerto. Tus maletas ya están en la cajuela.
—¡Espera, espera! ¡Rosa! ¿Cómo Giratinas ya tienes mi equipaje listo?—
chillé un tanto preocupado.
—Sólo digamos que Magnemite es experto en abrir cerraduras eléctricas— el susodicho monstruo de bolsillo dio unas cuentas vueltas feliz. Podía interpretar un “fue muy fácil” cargado de orgullo. Genial. Añadí la nota mentald e mejorar la cerradura de mi casa.
—A veces me das miedo, Rosa. Que lo sepas— estaba tan exaltado que por unos momentos olvidé mis modales y llamé a mi jefa por su nombre.
—Lo tomaré como un halago. Ahora, ve a tomar una ducha y lárgate de aquí.

Suspiré profundamente mientras rascaba suavemente la cabeza de Terry, quién se hallaba acurrucado a mi lado. En el fondo, coincidía con la opinión de mi jefa. Ya había pasado mucho tiempo desde que me permití relajarme, dado que incluso en mis días de descanso los ocupaba para trabajar en el pequeño laboratorio que tenía en mi casa en Ciudad Central. Aún así no podía evitar sentirme culpable por no estar adelantando nada de mis pendientes o quizás avanzar un poco el traductor.
—Typh— Terry, al detectar la nube de pensamientos negativos que tenía en mi mente, se levantó y restregó cariñosamente sus mejillas contra mi costado, intentando relajarme.
—Tienes razón. Debería tomarme esto como lo que es, ¿no?— el ratón ígneo asintió energéticamente.
—Estimados pasajeros, les informó que estamos por llegar a Costa Espejo, por lo que solicitamos que se preparen para desembarcar— anunció una voz robótica por los parlantes de la embarcación. No pude reprimir la enorme sonrisa que cubrió mi rostro. Si ya estaba aquí al final no me costaba nada disfrutar de mis “vacaciones”.
 
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Costa Espejo no tenía nada que no hubiese visto ya. Antes de convertirse en un entrenador Pokémon, Anthony Wright había sido un vil mortal del montón, uno nacido en el seno de una familia bendecida con recursos económicos gracias al fructífero negocio de su padre, tal vez su fortuna amasada no era la apropiada como para despilfarrar en lujos sin sentido alguno, pero sí para tomarse vacaciones ocasionales a destinos turísticos exóticos como playas; tantas que la verdad estaba hartas de ellas. Sin embargo, no podía decir lo mismo de sus Pokémon: ellos parecían encantados con aquel paraíso veraniego. Rex no dejaba de corretear por la arena para luego tirarse y rodar hasta llenar todo su pelaje con una fina capa de esta, solo para después sacudírsela cual can tras salir del agua; Lycanroc llevaba un buen rato olfateando y ladrando a unos agujeros donde sospechaba se ocultaban unos Krabby; Vikavolt se había aferrado a una palmera la cual comenzó a mordisquear con sus pinzas apenas tuvo oportunidad y seguía pegado a ella, como si su vida dependiese de ello, Wright solo esperaba que no terminase por partirla; Enix apenas puso un píe en la cálida arena demandó regresar a su Pokéball, era lógico, después de todo tal vez ese clima era demasiado para un Ninetales gélido; Noivern… ¿dónde rayos estaba Noivern?, hacía rato que salió de su radar, sabía que si lo llamaba aparecería en cuestión de un parpadeo, si algo le sobraba a ese dragón murciélago era la capacidad de audición, pero no deseaba interrumpirlo. Y por último estaba su Zoroark…

—Chris… ¿no quieres ir a jugar con Rex o los demás? —Anthony suspiró cuando el joven rubio y mechones negros a su lado se limitó a mover su cabeza en gesto negativo.

Por supuesto, el Pokémon kitsune apenas se vio rodeado de humanos adoptó su tradicional disfraz para pasar desapercibido, en la mayoría de las ocasiones esto le funcionaba, pero en ese particular contexto le estaba jugando en contra y es que, en su apariencia de joven, Chris aparentaba llevar una chamarra ¿Quién en su sano juicio vestía como si estuviera nevando en medio de la playa? Por supuesto, ese hecho terminaba atrayendo miradas de algunos curiosos y solo ponían más nervioso al pobre de Zoroark, por esa razón no se despegaba de su entrenador desde que salieron del hotel.


—Necesitamos trabajar en esa capacidad tuya para disfrazarte —ladeó la cabeza—, los humanos no somos como los Pokémon, dependiendo de la situación vestimos de una u otra forma, ¿entiendes? —Chris le miró fijamente, solo parpadeó a modo de respuesta—. No me entendiste… ¿Cómo podría explicártelo mejor? —se quedó pensativo un instante, después su atención se fijo en Rex.

Su Typhlosion decidió convertirse en algo similar a un barril rodante, uno que carecía de línea de visión para ver hacía dónde rayos se estaba dirigiendo, pero Anthony por fortuna sí que podía predecir a dónde lo llevaría su ruta: a chocar directo contra una mujer que caminaba por la playa, distraída en ese momento al estar contemplando el mar cristalino que tenía a pocos metros.


—¡Rex, detente!

Chris miró hacía su compañero y, prediciendo lo que estaba por pasar, se limitó a cerrar los ojos y apartar la mirada.

Sin embargo, ninguna tragedia ocurrió, tras escuchar la voz de su entrenador los instintos del ígneo se activaron de inmediato: apenas concluyó uno de sus giros y sus extremidades tocaron el suelo se impulsó al aire, agitándose brevemente por la energía cinética residual, pero consiguiendo terminar cayendo de píe. Por supuesto, para este punto la conmoción del momento terminó por atraer la atención de la fémina, quién se quedó un instante anonadada de observar a un Typhlosion parado sobre sus piernas traseras a unos escasos metros de su sitio. Un Indeedee dio un paso al frente y miró con cierta desaprobación al recién aparecido.


—Plo, plosion —dijo el enorme tejón regalándole una sonrisa a la chica a la par que atrapaba sus manos entre sus garras a modo de saludo. La chica seguía perdida en sus pensamientos, tratando de digerir lo que sucedía.

—Hey, perdona por la repentina sorpresa —dijo Anthony tras llegar trotando al lugar—. Rex aquí es un poco brusco cuando se trata de juegos y a veces no se fija lo que hace —le dedicó una mirada de reproche a su inicial, el cual solo infló el pecho como si lo hubiesen elogiado—, ¿no te pasó nada, verdad? —echó un veloz vistazo a la chica solo para confirmar, después de todo ya había presenciado el veloz frenado de su Pokémon.

La chica pareció por fin volver en sí, cuando escuchó las palabras de Anthony sus ojos parecieron brillar un instante, ahora parecía emocionada.


—Entonces, ¿este majestuoso Pokémon es tu compañero? —Wright y Rex parpadearon en sincronía.

—¿Majestuoso?

—¿Lion?


Obviamente el ígneo se aclaró la garganta y puso la cabeza en alto.

Relikt Relikt
 

DrexeTiger

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—Debe ser una pesadilla— suspiré amargamente mientras me masajeaba suavemente las sienes, dado que todo lo que estaba pasando amenazaba con detonar una fuerte migraña. Primero, me quitan de mi zona de trabajo, segundo, se meten a mi casa sin permiso y tercero… no alcanzaba a comprender de dónde Rosa había sacado la ropa que colocó en mis maletas. Por un lado estaban unas cuantas de mis camisas de tela más ligera que serían agradables para la playa, eso era medianamente agradable y entendible. Pero por el otro lado, no pude encontrar ni un solo par de pantalones. Nada, ni siquiera unas bermudas para cubrirme un poco del Sol. En su lugar habían varios ejemplares de “shorts” que más que shorts parecían calzoncillos con lo cortos que estaban, de una talla que a simple vista me quedaba ajustada y que además no eran de colores que pasaran desapercibidos a la vista. No pude evitar sonrojarme de lo escandaloso que me vería saliendo con algo así encima. Era claro que esa ropa venía de la mano de la Doctora sin escrúpulos. En ese momento agradecí estar solo en la habitación del hotel.
—¡Klef!— la dulce voz de Hama sonaba complacida y divertida, claramente a mis expensas. Agitaba emocionada las pulseras con luces de neón que tenía en su llavero.
—¡Typh typh!— y aparentemente Terry coincidía con sus comentarios. Ambos seres de bolsillo me miraron y casi automáticamente soltaron una carcajada, como diciendo que era un pervertido.
—¡N-no es para nada gracioso!— molesto, tomé todos y cada uno de los “shorts” que Rosa me había empacado y los deposité directamente en el bote de basura al lado de la cama. Ni hablar, no, nunca saldría con algo así y menos a un lugar dónde habrán muchas personas. Cuándo volví a mirar mi maleta, rogando porque hubiera algo más, noté una sencilla nota de papel doblada al fondo. Curioso la tomé y comencé a leerla en silencio: “De Rosa. No sólo atrapes pokémon en tus vacaciones (dibujo de caritas de guiño) Me traes uno grandote, rubio y de ojos azules por favor”. Con la velocidad de un rayo, y sin pronunciar palabra, rompí en trozos pequeños la sucia nota y me dejé caer en la cama. Su suavidad y textura de terciopelo me hicieron calmarme un poco —No tengo otra opción más que ir a comprar ropa.

Ya eran las cuatro de la tarde cuando estuvimos listos para salir a pasear a la playa. Al final tuve que gastar de mi dinero para comprar unos cuantos pares de cómodas bermudas, que quizás jamás volvería a usar por la amarga razón por la que tuve que comprarlas en primer lugar, pero al menos para la playa me parecían correctas. Eran de color beige de tela delgada y transpirante que me permitía sentir la brisa marina sin morir de calor en el proceso. De igual forma llevaba puesta una camisa de manga corta color rosa, la cuál llevaba desabotonada dado que cada vez que quise cerrarla adecuadamente mis compañeros prácticamente me rodeaban y con ojos suplicantes me pedían que no lo hiciera.. Sabía que no tenían malas intenciones, por lo tanto no insistí y, aunque me incomodaba un poco llevar expuesta mi cicatriz procuraría tolerarlo. Aunque aún a mi pesar, debía admitir que el calor y la suave brisa que soplaba del océano se sentía muy bien contra la piel. Ahora me alegraba de todo el ejercicio que Terry me obligaba a hacer por las mañanas.
A mi lado caminaba Tanque, mi compañero legendario que provocaba que las quijadas de todos quienes lo veían llegarán hasta el suelo aunque eso no parecía importarle. Estaba satisfecho ayudándome a cargar todo lo que nos empacaron para la playa que no era poco. Quizás, fuera del desliz con la ropa interior, le debía una disculpa y un sincero agradecimiento a mi jefa.
—Muy bien, creo que todos han esperado éste momento desde que dejamos el laboratorio— con una gran sonrisa deje salir a todos mis compañeros de sus transportes esféricos para que pudieran jugar y explorar la playa.
Janna trotó directamente al mar para lanzarse en clavado y salpicar a todos los desafortunados transeúntes, disfrutando con sus quejas y enojos. Agatio, Terry y Karis comenzaron a jugar a las tres, aunque claramente el draconiano no solo les tenía ventaja, sino que los mandaba a volar cada vez que los perseguía. Hama se acercó a un grupo de niños que estaban jugando con una pelota a compartir sus brazaletes de playa y bromear con ellos. Se deleitaba con las inocentes risas de los más pequeños. Y Tanque, en vista de que no quería mojarse, se quedó a mi lado, mirándome de arriba para abajo, expectante.
—Claramente tú y yo buscamos lo mismo en la playa— exclamé y el enorme ser de bolsillo asintió ansiosamente. Era más que claro que le aterraba la idea de mojarse. Siempre me parecía adorable que él, siendo un pokémon tan grande e imponente, eligiera quedarse a mi lado dónde se sentía a salvo. Irónico que el que se sentía a salvo era yo.

Coloqué todas nuestras cosas en el suelo arenoso y, con ayuda de Tanque, comencé a instalar el que sería nuestro pequeño lugar de descanso. Extendí 4 toallas grandes en el suelo por si alguno de mis compañeros quería descansar sin que la arena los molestara. Luego armé un par de sillas portátiles y una mesa para colocarlas en la arena y, para cubrirnos del Sol, armamos rápidamente una lona sostenida por un esqueleto metálico resistente —Debo admitir que la Doctora si se lucio con todo esto, ¿no crees Tanque?— el mencionado asintió más tranquilo y procedió a recostarse sobre las toallas, al lado de las sillas. Decidí imitarlo, dejando para después los juguetes y las demás sorpresas que aún estaban dentro de sus contenedores.. De la mochila más pequeña saqué mi libro de poesía y me senté al lado de Tanque para leer tranquilamente. En ese momento comprendí cuánta razón tuvo mi jefa al obligarme a tomar estas vacaciones. No solo mi cuerpo y mi mente se estaban relajando como no lo hacían desde hace meses, sino también mis amigos de bolsillo lo estaban pasando en grande. El dulce y sereno sonido de las olas rompiendo contra la playa me traía paz, haciendo la lectura no solo más placentera, si no casi como un milagro otorgado por el mismo Arceus. No me esforcé en reprimir un suspiro de placer.

Aunque poco sabía que aquellas vacaciones más temprano que tarde tomarían un inesperado giro, dado que, a lo lejos, un par de ojos azules llenos de energía infantil me observaban detenidamente.
 

Soncarmela

Moderador
La única palabra que brilló en la mente de Adrián cuando lo abrazaron con tanta fuerza que casi le ahogan fue la siguiente: ¿cómo? ¿Cómo era posible que siempre tuviera la desgracia de encontrarse con Andrell en cualquier sitio donde fuera?

¡¿Cómo?!

Incluso cuando no estaba haciendo absolutamente nada. De vacaciones, ignorando todas las misiones, todos los finales del mundo. ¡Continuaba encontrándoselo! No lo entendía. Siempre coincidían.

No era que le molestara su presencia... Bueno, ¡sí! ¡Sí lo hacía! ¡Era un tocón!

Encima llamaba la atención como sólo él podía hacer. Los rayos del sol le sacaban destellos a su cabello rubio, su sonrisa era un faro de luz en la oscuridad. ¡Todo en él daba asco! Si no fuera porque Adrián lo conocía a fondo, sus miedos y temores, sería de las primeras personas a las que daría una patada.

Pero, para sorpresa del hermano mayor, Adrián se contuvo. Respiró hondo y... y no pudo aguantar más. Se echó hacia atrás y se sacudió.

En efecto —contestó a su pregunta, señalándose con un dedo en el pecho—, ya soy un adulto. Ya soy mayor de edad. Así que puedes dejar de tratarme como a un niño. ¡Aquí y ahora mismo!

Andrell sonrió todavía más y acercó el brazo para revolver todavía más el cabello del entrenador dragón.

¡¿Qué te acabo de decir, imbécil?!

¡Tendremos que celebrarlo! —dijo Andrell por toda respuesta, dando vuelvas a su alrededor como si Adrián fuera una hoguera en un ritual—. Es estupendo que hayamos coincidido en este lugar. ¡Una agradable sorpresa! ¿Qué te gustaría hacer? Díselo a tu hermanito, yo lo cumpliré.

En otras circunstancias, los Pokémon de Adrián acudirían a su rescate, en especial si lo vieran con esa cara de estar a punto de explotar. Sin embargo, las criaturas de ambos entrenadores ya se conocían de sobra. Eran amigos cercanos, familia, algo similar a primos lejanos que se veían muy a menudo. Por lo tanto, cuando estos dos muchachos tenían la casualidad -muy frecuente- de verse constantemente, ya sabían de antemano lo que ocurriría. Contemplarían a un castaño tsundere, insultando, cruzándose de brazos, negándose a cualquier contacto, y a un rubio insistente, alegre y cariñoso, para que, al final, aceptaran realizar la misión o la tarea en equipo. Faltaba una tercera rueda en el curioso vehículo, mas no estaba presente... Al menos por ahora.

Que te largues —Adrián meneó la mano en dirección contraria—. Seguro que encuentras algo con lo que entretenerte. Estoy descansando. ¡De vacaciones!

No, no, no —Andrell negó con energía—. ¡Las vacaciones se disfrutan mejor en compañía! Mmm...

Ya estás pensando en algo. No me gusta. Para empezar, ni siquiera es mi cumpleaños. Ya pasó el día.

¡Precisamente por eso no puedo irme! ¿Tienes idea de lo mal que me siento por no haber estado ahí el día que mi hermanito llegó a la cima! —Puso su mejor cara de cachorro lastimado.

¡Cumplir dieciocho no es llegar a la cima! ¡Eso será cuando me convierta en campeón!

Oh, es cierto, ¿cuántas medallas tienes?

¡No quiero hablar de eso!


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Cosa del Mal
Al caminar por la acera cercana a la playa en lo último que Margaret pensaba era en toparse con un enérgico Typhlosion que la saludaba de manera agradable, durante un par de segundos detalló su pelaje brillante, sus ojos rasgados y sus afiladas garras que tomaban sus manos sin llegar a hacerle daño. Escuchó a un chico de cabello castaño disculparse por repentino acercamiento de su Pokémon, y si bien estuvo sorprendida en un inicio, ahora estaba feliz de poder ver a un tipo fuego con buena personalidad.

Disculpa, ¿te importaría si te dibujo, cariño? — Le pregunta Maggie a Rex y luego mirando a su entrenador. — Prometo ser rápida.

Phlosion — asintió Typhlosion animadamente señalando la arena para que fueran hacia allá.

Claro… supongo — decía Anthony viendo como la rubia iba al lugar que el tipo fuego señalaba para sentarse en la arena. — ¿Majestuoso? — Repitió el chico mirando hacia Zoroark, quien se encogió en hombros y negó con la cabeza.

Indeedee que se había quedado atrás suspiró y caminó hacia su entrenadora mientras Chris le observaba en silencio. Durante los siguientes minutos vio como Bastian sacaba una pequeña sombrilla de la mochila de Margaret para anclarla al suelo dándole sombra, luego lo miró quedándose de pie junto a la chica en tanto esta dibujaba alternando la mirada entre su cuaderno y Rex que cada tanto cambiaba la pose mientras recibía halagos por parte de la rubia.

Es un chico muy guapo — comentaba Maggie con una sonrisa mientras añadía algunas sombras a sus bocetos.

Phlo, phlosion — reía Rex de forma orgullosa.

Por el amor de Arceus — suspiró Anthony dándole un poco de pena las poses de su Pokémon. — ¿Es realmente necesario que haga eso? — Señalaba a Typhlosion acostado de medio lado sobre la arena con la barbilla apoyada en su patita.

Oh — se sorprendió la rubia al ver al castaño cerca con los brazos cruzados. — Pues no, pero siempre que el chico lindo este cómodo, está bien — asentía la mujer — Soy Margaret, por cierto.

Anthony — respondió el de lentes, — y el "chico lindo" y "majestuoso" es Rex.

Gracias por dejarme dibujarlo — agradecía mientras extendía su cuaderno mostrando sus bocetos. — No en muchas oportunidades puedo dibujar a un Pokémon nuevo para mí. Digo, he visto Typhlosions por la ciudad, pero, ya sabes, sus personalidades no suelen ser agradables con extraños.

¿Qué? ¿Eres entrenadora novata o algo así? — Preguntó Wright con un ligero toque de escepticismo mientras veía los dibujos.

Si, obtuve mi primer pokémon hace poco — contestó Maggie sorprendiendo al castaño. — Aun me falta mucho considerando que solo llevo dos meses como entrenadora, ¿te importaría si te hago algunas preguntas sobre evoluciones, comida y así?

Aquel chico era uno de los primeros entrenadores que Margaret había conocido, la mujer de Ciudad Central era un poco tímida para preguntar algunas cosas sobre Pokémon, esto se debía ya que no sabia si sus interrogantes eran absurdas, o algo que cualquiera sabría temiendo ser tachada como una rubia tonta que no se tomaba en serio su labor.

Aunque, si estas ocupado lo entenderé, no te preocupes — balbuceó la mujer de ojos azules bajando su cuaderno de bocetos.

Phlosion — decía Rex acercándose y aceptando por su entrenador.

Oye, que yo tengo boca para responder por mi mismo — le dijo Anthony mirando a su Pokémon con el ceño ligeramente fruncido. — No tengo problema con responder algunas preguntas — añadió girándose a ver a Maggie.

¿En serio? ¡Gracias! — Agradeció la rubia con rostro iluminado. — Hmm, quería saber un poco de tu experiencia entrenando a tus Pokémon, viendo a Rex puedo notar que esta bien cuidado y tiene una personalidad agradable, es un chico increíble.

Phlo phlosion — mencionaba Typhlosion golpeando suavemente el hombro de Wright para que escuchara los halagos hacia él.

Dee — negaba Indeedee y Zoroark con la cabeza rodando los ojos. ​

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Aquello no lo pasó por alto ¿Adrián sin la oportunidad de presumir un logro tan significativo como lo es el número de medallas?, sin duda algo ahí no cuadraba. Con rapidez pudo deducir a qué podría deberse esa reacción por parte del más joven.

—Entonces... no has ganado ninguna desde la última vez que nos vimos… —la conclusión se le escapó de los labios, pero llegó a oídos del castaño quien de inmediato frunció el ceño a modo de respuesta.

—He estado ocupado con cosas más importantes —sacudió su cabeza con cierta irritación, como dándose cuenta que, sin querer, acababa de darle la razón al otro.

—¿Más importantes que ser el campeón? —parpadeó, anonadado. Adrián gruñó por lo bajo.

—Ni siquiera sé porque te explico esto, además, tú también habías decidido ir por el título, ¿no?, ¿cuántas medallas has conseguido?

—Eh… bueno —se rascó la mejilla—. La verdad es que me ocupé con algunos encargos como criador y lo dejé de lado…

—Ya me lo imaginaba —se cruzó de brazos. Siegfried notó una pizca de calma en su voz, tal vez de haberse visto superado la historia sería distinta—, si no vas a tener la disciplina deberías dejarlo de una buena vez.

—Al principio creí que sería algo veloz, un leve descanso —se rascó la nuca—, pero cuando me dí cuenta pasó más tiempo de lo esperado.

—¿Y aún así viniste a tomar vacaciones?


—Necesitaba descansar de mi anterior trabajo para volver renovado a la búsqueda de las medallas, por supuesto —asintió, con decisión. Adrián chasqueó la lengua—. Pero no cambiemos el tema, estábamos decidiendo cómo celebrar tu cumpleaños.

—No estábamos decidiendo nada, porque no es mi cumpleaños y porque no pienso hacer nada contigo, así que yo me voy.


Siegfried chasqueó los dedos.

—Es verdad, decían que el restaurante de este hotel es uno bastante bueno, se especializan en platillos de diferentes regiones, dicen que su menú temático de Galar te ahorra el viaje ¿Te parece bien?

—Si crees que vas a convencerme solo con comida…
—empezó a darse media vuelta.

—Y claro, también cuentan con versiones de platillos para los Pokémon —Andrell miró al equipo de Adrián.

Malza puso disimuladamente su mano sobre el hombro de su entrenador para frenarlo, una manera sutil de decirle «Tal vez deberíamos seguir escuchándolo».



El restaurante estaba ubicado en una plataforma de cantera, protegido solo por un gran techo construido a base de vigas de madera e incontables hojas de palmera superpuestas una encima de la otra, estaba lo suficiente alto como para que incluso un Steelix pudiese ingresar al establecimiento sin problemas, aunque la administración del establecimiento advertía que podían negarse a atender clientes de grandes dimensiones. Gracias a la falta de paredes la brisa marina les daba de lleno y la posición ofrecía vistas de una buena sección de la playa, así como de mar adentro. Había dos tipos de mesas para los diferentes comensales: de tamaño regular para los turistas humanos y otras de mayor dimensión para los Pokémon, aunque en lugar de sillas ellos poseían largos banquillos de roca para poder descansar.

—¿Ya has decidido qué vas a comer?

—Estoy en eso
—respondió el castaño con el menú tapándole la cara—, pero te advierto que será lo más caro.

—Ah, no te preocupes por eso
—Siegfried movió su mano en deje desinteresado.

—En serio, ¿de dónde sacas tanto dinero?

Un mesero vestido con un pulcro smoking se acercó para dejar una canasta de pan sobre la mesa; a Andrell le resultaba chocante el uniforme, contrastando mucho con la temática del establecimiento, sin embargo, tal vez no a cualquiera le haría gracia que su anfitrión vistiera bermudas y gafas de sol.

—¿Los caballeros están listos para ordenar?

—Nos gustaría un poco más de tiempo, mi hermanito aún no ha decidido.


El mesero parpadeó, miró al rubio y después al castaño con cierta confusión en su rostro, pero se limitó a asentir. Yagami suspiró, se ahorró gastar saliva tratando de dar la misma explicación de siempre cuando a Andrell se le ocurría decir aquello, en su lugar estiró la mano para coger uno de los panes sin apartar la vista del menú y, aunque lo consiguió, pronto sintió como una fuerza se oponía a su agarre y tiraba de la pieza consiguiendo quitársela. El castaño lanzó una mirada de molestia al rubio, sin embargo, Andrell estaba en ese momento atendiendo a su Empoleon, quien al parecer estaba dándole una queja de algún tipo. No encontró evidencia alguna que incriminara al rubio por el robo del pan, tampoco estaba sobre la mesa y tras agacharse corroboró que tampoco se cayó al suelo.

—Que extraño… —se dijo casi para sí mismo, volvió a estirar la mano y tomar otro, solo para percatarse de que la canasta ya estaba vacía.

—Vaya que sí tenías hambre, solo te estabas haciendo del rogar hace rato, ¿verdad? —Siegfried soltó una risita tras volver su atención al castaño, se giró sobre su hombro y captó la atención del mesero con un ademán del brazo—. Oye, ¿podrías traernos más pan?

—Pero yo no…
—Adrián no comprendía qué estaba pasando.

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— Interludio I —
«Unas vacaciones condicionadas»​

Tres figuras caminaban por la playa. Una buena parte de los transeúntes les ignoraban, desde su perspectiva no se trataban más de simples turistas disfrutando de un paseo, otros en cambio los miraban embobados, como si de celebridades se tratasen. Cierto es que ambos grupos estaban en lo correcto, aunque solo en cierta parte.

—Sigo sin entender muy bien del todo por qué el campeón nos pagó esta estancia… —se quejó el más joven del grupo, un niño apenas entrado en la adolescencia. Sus cabellos eran celestes al igual que sus ojos—. Sin olvidarnos de la peculiar condición que nos impuso…

—Solo nos pidió un pequeño favor, Jayden —le tranquilizó un chico de cabellera negruzca, por su físico uno podía concluir con rapidez que bien podría tratarse de un atleta de alto rendimiento—. Además, ¿qué tan seguido tomas vacaciones?, ser líder de gimnasio en ocasiones consume mucho tiempo.

—La verdad, yo preferiría quedarme en el hotel —soltó apenas audible una chica, a pesar del calor tenía puesta una enorme chamarra extra grande, aunque la llevaba abierta y debajo tenía un conjunto más apropiado para la playa—. Hay mucha gente aquí.

—No podemos, Christa, al menos no hasta que cumplamos con lo que nos pidieron, ¿recuerdas? —ante el comentario del pelinegro la chica inclinó su cabeza hacía un costado, dando la impresión de que le estaba ignorando—, tampoco es como que nos hayan pedido lo imposible...

—"Caminar por la playa y tener un par de combates espectaculares" —recitó de memoria Jayden—, ¿en verdad eso no te suena sospechoso, Kyle?, bien podríamos estar siendo una mera distracción para un plan elaborado, ¿un atraco quizás?

—Deja de imaginarte cosas —Kyle agitó los cabellos del más joven para interrumpir sus pensamientos—. Aunque puede que tengas algo de razón en eso, sin duda el campeón está tramando algo —frunció el ceño—, pero puedes estar tranquilo, él no haría nada malo.

—¿Cómo lo sabes?, ¿lo conoces bien?
—Christa volvió a erguirse y miró con interés a Kyle—. Nunca ha puesto un píe en el gimnasio de Pawnest, así que jamás he tratado con él en persona.

Kyle se quedó pensativo un instante.

—Tuve la oportunidad de echarle la mano en una ocasión —miró al joven y después a la chica—. Si no confían en él, al menos háganlo en mí. Sea lo que sea que esté haciendo, debe ser por una buena razón.


/ / / / /

Una fémina de cabellos azules se movía por la playa, protegida bajo la sombra proporcionada por una su sombrilla, la cual ocasionalmente hacía girar moviendo el mango en un simple y elegante movimiento. Desde su posición podía observar cómo un grupo de personas comenzaba a aglomerarse en un punto cercano de la playa, alrededor de tres figuras en particular.




—Traer a tres líderes de gimnasio desde Aleria hasta Mahula, hospedarlos en un resort de lujo y cubrir todos sus gastos durante una semana... ¿sabes lo caro que es eso? —suspiró la chica con desgano mientras se acomodaba un mechón de pelo— ¿Ese sujeto en verdad se cree que la liga tiene recursos infinitos?

—Chim chim
—respondió un Chimeco que levitaba a su lado.

La chica sonrió encantada ante la respuesta del Psíquico.

—No podría haberlo dicho mejor, mi pequeño y audaz Chai —el pequeño agitó su cuerpo en respuesta al halago, emitiendo una encantadora melodía. Ella suspiró regresando su atención hacía el trío distante—. Debo admitirlo, nuestro campeón es inteligente cuando se lo propone: ahora la luz de los reflectores está sobre ese trío, el enemigo sin duda se distraerá y los mantendrá bien vigilados —esbozó una sonrisa—, pero mientras observan embobados el escenario principal, nosotros nos escabulliremos tras bambalinas...

—Chim chim.

—Oh Chai, siempre tan elocuente con las palabras
—se llevó una mano al pecho y fingió quedarse sin aliento.

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¡Un interludio salvaje ha aparecido!
Los interludios ofrecerán historias aisladas que pueden o no estar relacionadas con las aventuras/desventuras de Victini, al mismo tiempo que una trama secundaria va desarrollándose.
A partir de este momento algún npc, o situación puede presentarsele a los participantes del evento para ofrecerles aventuras adicionales/una situación concreta que resolver (la cual avanzará la trama secundaria).

Interludio I
- «Unas vacaciones condicionadas» -
Los jugadores pueden retar a uno de los siguientes líderes de gimnasio: Kyle Gale (Agua), Jayden Uchiyama (Psíquico) o Christa Stelle (Normal) en un combate singular en la playa y así obtener su medalla. Pueden realizar el reto en compañía de un amigo, de hacer esto otro de los líderes se sumará al combate para hacerlo justo; el máximo de jugadores que pueden hacer equipo de esta forma sería de 3 para hacer un combate de 3 vs 3.
>> [Click aquí para consultar el compendio de fichas de los líderes de gimnasio] <<

Reglas del combate:
- Cada líder que participe poseerá 2 Pokémon, independientemente de la modalidad del combate (1vs1/2vs2/3vs3). Estos podrán ser a elección del jugador, pero deberá coincidir con el tipo en que se especializa, de igual manera se pide coherencia con el nivel de poder/evolutivo de estos dependiendo de los Pokémon que sus personajes usen.
- Los jugadores solo podrán usar 2 Pokémon.
- Este combate cuenta como un reto de gimnasio.
- Al término del combate si el jugador fue vencedor (a decisión del jugador) recibirá la medalla perteneciente al líder del gimnasio que desafió, si fue un combate en equipos el jugador elige que medalla desea.
- Cada jugador solo puede obtener una sola medalla mediante esta actividad, indiferentemente de los líderes que se involucren en el combate.
- Un jugador que ya haya completado este reto puede ayudar a otro que no lo haya hecho, sin embargo, no recibirá medalla adicional por esto (si es que ya cobró la del primer combate realizado).
- Esta actividad no requiere de la presencia de Victini.
- Si Victini acompaña al jugador este será quién lo anime a realizar el reto, sin embargo, Victini no puede participar en el combate.
- Esta actividad puede realizarse hasta el término del evento.

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Creo que por fin logré entender el porqué la gente disfruta de tomar vacaciones. En mi cabeza, la idea de viajar a un lugar lejano por el mero hecho de poder, y para no hacer nada, me parecía ridículo e incluso sin sentido. Solía pensar que cuando uno recorre una distancia considerable es para lograr un objetivo; para investigar una cueva lejana, visitar y estudiar bibliotecas o la cultura del lugar, etcétera.
Pero ahora mismo, me hallaba en un estado de paz que solamente sentía al trabajar en algo que me gustaba. Era agradable aunque irónicamente debería ser todo lo contrario. Leer poesía sentado en una playa lejana, con el sonido de las olas azotando la orilla y las voces y risas de mis compañeros pokemón, nunca me imaginé que un entorno así sería agradable, y mucho menos disfrutable. Un movimiento a mi lado me sacó de mis pensamientos. Era Tanque, que se había levantado y estiraba energéticamente sus patas contra las toallas.
—¿Todo bien, Tanque?— pregunté bajando el libro para poder ver el rostro del ser de roca, quién nerviosamente me miraba a mi y luego a la playa. No necesité ni siquiera interpretar lo que quería decir, porque era bastante obvio —Quieres ir a dar un paseo.

—¡Rrakion!— exclamó él con una enorme sonrisa en el rostro. Quién sea que escuchará que un pokemon legendario se negaría a tomar un simple paseo con su entrenador, debido a que le tenía miedo al agua, pensaría que era una broma. Pero para mí no lo era y no me molestaba en lo absoluto.
Así que coloque el separador en mi libro antes de cerrarlo, lo guardé en los bolsillos de la bermuda y me puse de pie. Imite a Tanque y me estiré sintiendo como mis músculos agradecían el tirón —Vamos a dar ese paseo.

Al principio solo éramos Tanque y yo caminando a un paso relajado, lo más lejos del océano posible. Poco a poco mis demás amigos de bolsillo se fueron uniendo a nuestra marcha, riendo y jugando mientras avanzamos. Su entusiasmo contagió al legendario normalmente asustadizo, quién terminó uniéndose a una competencia de carreras con Terry y Janna. Levantaban arena con cada una de sus pisadas.
—Lo veo y no lo creo, pero si es un Terrakion— exclamó una voz juvenil con admiración y emoción detrás de mí. Al darme la vuelta me tope con lo último que podría esperar estando tan lejos de Aleria: frente a mí habían tres líderes de gimnasio en ropa de playa. Los reconocí gracias a mis viajes por toda la región. El pequeñín que tenía frente a mí era el líder de Gimnasio de tipo Psíquico, todo un prodigio según tenía entendido. Su nombre era Jayden si recordaba bien.

—Es… interesante— comentó la que debía ser la líder de gimnasio de tipo Normal con aparente desinterés, pero sin despegar la mirada de mi amigo en ningún momento. Si mi memoria no fallaba ella se llamaba Cristal y tenía algo que ver con la música. A Tyrell, mi Incinerorar, le gustaba mucho escucharla. Quizás le pediría un autógrafo para él.
—Nunca había visto uno, es majestuoso. Me gustaría entrenar combatiendo con él— a la tercera persona no la reconocía del todo debido a que es de quién menos había escuchado. No recordaba su nombre desgraciadamente, pero sabía que era el líder de tipo agua.
—Gracias. No me esperaba que tres líderes de gimnasio se fijarían en mi amigo— no pude evitar rascarme la nuca, nervioso. ¿Era así cómo se sentía al hablar con gente famosa?
—Cualquiera se fijaría en el pokemon legendario jugando en la playa. No pasa muy desapercibido que digamos— explicó el líder de cabello oscuro con voz seria, aunque en su rostro se podía percibir una leve sonrisa. Claro, eso era sentido común. Aunque en aquellos momentos el de roca no se veía para nada incómodo. Estaba muy ocupado intentando alcanzar a Karis y a Hama, que le hacían cosquillas desde las alturas.
—¿Eres su entrenador?— Jayden preguntó con respeto y sin un deje de duda en su voz. Me sorprendió lo cordial que estaba siendo, así que procedí a contestar de la misma forma.
—En efecto. Me llamo Darío Mendoza y soy un Profesor pokémon— me presenté cuidando cada palabra que salía de mi boca. Después de todo, no siempre se podía entablar una conversación con tres líderes de gimnasio y no quería dar la impresión de ser alguien raro o grosero.
—Qué modales los nuestros, atosigar a un profesor sin siquiera presentarnos— el líder de cabello gris sonrío de oreja a oreja rompiendo un poco el aire serio y misterioso que quería mostrar —Me llamo Uchiyama, Jayden Uchiyama. Y estaría encantado de pelear contra tu Terrakion.
—No te adelantes Jayden. Yo también quiero desafiar a un pokémon legendario—
se quejó el especialista en tipo agua alzando un poco la voz —Yo me llamo Kyle Gale y me gustaría entrenarme contra tu Terrakion— gracias a Arceus se presentó. Habría sido incómodo el tener que llamar su atención y no poder hacerlo mediante el uso de su nombre.
La líder restante se limitó a mirar detenidamente hacía el suelo —¿Qué estás leyendo?— preguntó sin más. Seguí su mirada y me percate que no estaba fija en la arena, sino más bien en el libro que tenía guardado en mis bolsillos.
—Crista, deberías presentarte antes de hacer una pregunta como esa— informó el pelinegro que no dejaba de mirar al ser de leyenda. Casi podía ver el fuego en su mirada.
—No se preocupen. Estoy leyendo un compendio de poemas de Edgar Allan Poke— saqué el libro de mi bolsillo y se lo mostré a la entrenadora custodia de un gimnasio, quién parecía estar pensando en muchas cosas al mismo tiempo mientras admiraba la cubierta del libro.
—Muy bien. Yo también quiero pelear— afirmó sin más la joven. Tenía la ligera sensación de que no se estaba fijando en mí, sino en mis amigos de bolsillo y en el libro que sostenía en mi mano.
—Esto… solo podría pelear contra uno. Ya he peleado contra otros líderes y sé que mis pokémon quedarán agotados luego de la batalla— el comentario hizo que los tres líderes se quedaran callados e intercambiaran miradas entre ellos., claramente en un debate silencioso. Y ahora que lo pensaba, era irónico que en Aleria tuviera poco contacto con los líderes y que, curiosamente, fuera de la región me topara con tres al mismo tiempo. No pude evitar sonreír ante lo inverosímil de la situación.
 
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—Si yo fuera tú no lo halagaría tanto, suele comportarse según le conviene —añadió Anthony, a lo cual Rex solo se limitó a parpadear y señalarse así mismo, incrédulo—. Pero no mentiré con que es un gran Pokémon, hemos superado muchos desafíos juntos.

Typhlosion sujetó uno de los brazos de Anthony mientras le miraba con ojos vidrioso y sorbía algunos mocos por la nariz, en verdad conmovido por sus palabras. El castaño desvió su atención hacía Maggie tratando de no alentar a su inicial a que continuará, o incluso empeorara, la escena que se estaba montando.

—Parece entonces que tuve una gran suerte de toparme con un entrenador experimentado —la chica esbozó una sonrisa—. O entrenadores, quise decir —se apresuró a corregir a la par que posaba su atención en el chico rubio en compañía de Anthony—. Perdona, no quise ignorarte, ¿tú eres…?

Apenas la fémina dio un paso hacía Chris esté usó a Anthony como escudo humano, escabulléndose tras su espalda. Maggie miró suplicante al castaño, buscando ayuda o respuestas ante semejante acción.

—E-este de aquí es Chris —suspiró Wright, intentando apartarse para dejar al descubierto al aludido, pero este seguía cada uno de sus movimientos para evitar quedar expuesto—. Es un Zoroark, ¿conoces sobre ellos?

—Ah… creo que no.

—Junto a su primero forma, Zorua, tienen una habilidad especial que les permite disfrazarse tanto de otros Pokémon o incluso humanos, como puedes ver
—se rascó la nuca—. El problema es que Chris tiene problemas cuando se trata de lidiar con personas desconocidas, por lo regular usa este disfraz para pasar desapercibido cuando nos movemos entre multitudes.

—¡Suena a algo sorprendente!
—junto sus manos, emocionada—. Me encantaría verlo transformarse en otros Pokémon, claro, cuando él decida hacerlo.

—¿La escuchaste Chris?, a Maggie le gustaría verte en acción.

—Zo… zoroark
—soltó en un susurro.

Anthony bajó los hombros, derrotado. Había albergado la esperanza de que Chris fuese capaz de dejar de lado esa timidez y desconfianza tan remarcada hacía los extraños a medida que creaban nuevos vínculos con otros entrenadores; pero al parecer aún tenían trabajo por hacer en ese apartado.

—Suele terminar acostumbrándose a las personas que me acompañan —se quedó pensativo un instante—, aunque bueno, ha habido casos de personas de las cuales aún desconfía… Como ese idiota de James… —volvió su atención a la chica y movió su mano en deje desinteresado—. Pero no te preocupes, solo dale tiempo.

Rex se acercó en ese momento y tiró del brazo de la chica, como niño pequeño que desea recuperar la atención de sus padres.

—Y a este por otro lado, le gusta ser el centro de atención —bufó el de lentes—. Siempre ha sido así desde que recuerdo —parpadeó al mirar al Indeedee tratando de empujar al tejón y apartarlo de su entrenadora—. Por cierto, este Pokémon…

—Bastian
—aclaró ella, mientras acariciaba a Typhlosion y quien ignoraba por completo al tipo psíquico a sus píes—. Le gusta seguirme y ayudarme con todo lo que puede, a veces no sé qué abría sido de mí sin su apoyo.

—¿Algo así como un mayordomo en miniatura?
—Bastian se cruzó de brazos al escucharle.

—Yo diría más, como un buen amigo —Maggie se acuclilló lo suficiente para acariciar a su Pokémon—. Muchas veces sabe lo que necesito antes de que siquiera yo me dé cuenta —el aludido puso la cabeza en alto.

—Ojalá alguien así hiciera lo mismo por mi —Wright miró de reojo a Rex, quien se limitó a frotar su frente contra uno de sus costados, casi haciéndole caer en el proceso—. En cuanto a las preguntas que deseabas hacerme…

—Ah, cierto, me distraje —sonrió la chica—. ¿Podría hacértelas mientras continuo con mi retrato?, a veces las ideas fluyen mejor cuando estoy concentrada.

—Claro, no tengo problema y Rex supongo que tampoco
—ni siquiera hubo terminado cuando el tipo fuego ya había vuelto a tirarse sobre la arena.

Sin embargo, Maggie se quedó pasmada donde estaba. Su mirada fue de un lado a otro.

—¿Qué pasa?

—Mi cuaderno, juro que lo había dejado aquí
—tanto Anthony como Bastian pasearon la mirada por la zona, pero no había rastro alguno del susodicho cuaderno, tampoco huellas que pudieran sugerir la presencia de algún misterioso ladrón.

—¡Zo-zoroark!

Todos giraron hacía el chico rubio, el cual estaba señalando algo en el aire. Y ahí estaba, el cuaderno de Maggie, levitando… Hasta que cambió de posición y fueron capaces de observar a un peculiar Pokémon sujetándolo, moviéndolo de un lado a otro, riendo, encantado por las imágenes plasmadas en sus hojas.

—E-ese es… —Tony parpadeó—. ¿Un Victini?

Relikt Relikt Maggie: Yo habia ponido mi cuaderno aquí.
 

Luigi

Digimon Tamer/Pokemon Trainer
El criador de cabellos azulados solamente soltó un suspiro, negando con el rostro antes de dibujar una sonrisa leve en el rostro. Había buscado un lugar relativamente alejado para dejar salir a sus Pokemon y que estos descansaran. Bajo circunstancias normales, los hubiera dejado salir para que disfrutaran con el resto de entrenadores y Pokemon de la playa.​
Pero lo que lo detuvo de hacer eso fue precisamente uno de los Pokemon que cargaba en esos momentos, cuya pokebola se encontraba precisamente en sus manos.​
-Por que lo último que quiero es que un montón me insista que por favor les deje dar un paseo en un Pokemon Legendario -Pendragon luego de asegurarse de que no había nadie en las cercanías, finalmente dejo salir a sus seis pokemon.​
Lucario se estiró sobre la arena, disfrutando la calidez de los rayos del sol.​
Blastoise de inmediato se puso sus gafas de sol y comenzó a girar con estilo sobre la arena.​
Talonflame extendió sus alas, claramente feliz de que sus plumas pudieran recibir la luz del sol.​
Umbreon inmediatamente fue a buscar una buena sombra bajo una palmera.​
Alakazam se quejó de que no habia nadie en las cercanias a quien ofrecerle su servicio de peinados.​
Y finalmente, la responsable de que tuvieran que buscar un sitio alejado, se sacudió el plumaje antes de reposar en un improvisado nido creado con Rayo de Hielo. Porque Articuno a pesar de que no le molestaba el sol y la arena, claramente prefería un buen sitio helado para descansar.​
-Bueno supongo que podría ser peor… Garchomp podría estar aquí buscando pelear con un Jigglypuff y luego huir y no en el laboratorio sacando de quicio al profesor -bromeó para si mismo antes de colocar una sonrisa de bobo enamorado. -Lastima que Tahnee no esta aquí… hubiéramos pasado un rato agradable en la playa -suspiró derrotado al recordar a la entrenadora de cabellos verdes y su cautivadora sonrisa. Esta le dijo que debía hacer un pequeño viaje de auto-descubrimiento por su cuenta.​
Al menos seguían comunicados constantemente gracias al Pokenav.​
En vez de lamentarse, el chico se recuperó y iba a proceder a sacar de su confiable Pokenav los materiales para prepararles unos buenos bocadillos a sus Pokemon. O ese era el plan…​
-Un momento, ¡¿Arturo eres tú?! ¡¿Por qué diablo tienes a tu Articuno al aire libre?! ¡Y lo mas importante… ¡¿Donde esta ese atentado con patas que llamas Garchomp?!
James se giró, viendo a lo lejos un par de figuras acercarse: una de estas se trataba de Tony claramente, especialmente porque era la única persona en llamarlo Arturo. Este iba acompañado de una mujer rubia que no reconocía.​
-Primeramente, se dice hola, Antonio -molestó James al chico de gafas, sonriendo al ver que causo que este tuviera un tic en la ceja. -Si, soy yo y de paso, mis Pokemon merecen un descanso. Elaine incluida -rodó los ojos, acariciando el cuelo de la ave, que devolvió el gesto afectuoso con una leve caricia a la mejilla del chico con su pico.​
Por otro lado, la mujer tenía la boca abierta, con su mejor imitación de Goldeen al tener sus ojos posados en la enorme ave azul que estaba descansando, mirando con diversión la interacción de su entrenador con el otro humano.​
-Por otro lado -Pendragon se acercó y colocó su brazo alrededor del hombro del castaño. -No pensé que le estarías siendo infiel a Tyler -le dijo en susurró y con una mirada acusadora.
-¡Callate, callate! -le reclamó el cuatro ojos, sintiendo que el alma se le iba por la boca antes de calmarse. -Mira, ¿has visto algo raro? -se apresuró a preguntar Tony, viendo que Margaret estaba demasiado ocupada apreciando poder ver un Articuno real y de cerca.​
-¿Algo raro? -preguntó James, frunciendo levemente el ceño y cruzado de brazos.​
-Un Victini se robó el cuaderno de Margaret -explicó el de anteojos, señalando a la rubia, que veía con brillitos en los ojos a Articuno. -Y la estoy ayudando a buscarlo.
-¿Un Victini? -dejó salir con sorpresa James, recordando el incidente de Dialga y Palkia junto a Katheryne y Tahnee.​
-Es… hermosa -dejó salir Maggie, acercándose lentamente a Articuno. -En serio...¿ella es real? -se aventuró a preguntar la rubia, colocando su atención en James y en Tony, viendo que ambos ya estaban haciéndose mutuamente una llave de candado en el cuello.​
-Si.. es… real.
-Creelo… o… no...el ...idiota de… Arturo… logró atrapar… un...Legendario.
-Señorita, permitamente decirle que tiene un cabello D-I-V-I-N-O… ¿le gustaría que le ayude a peinarlo y que este debidamente hidratado bajo este sol?
Margaret, que veía con una risa nerviosa como el par de entrenadores eran de ese tipo de amigos que se la pasaban insultando y golpeando entre sí cada 5 minutos, pegó un brinco al aire al ver la figura de Alakazam al lado suyo.​
-Oh, perdón mis modales. Soy César, uno de los Pokemon de James -se presentó ante la confusión de la rubia. -Y le estoy hablando mediante telepatía para que no se sorprenda.
Si, Margaret quedó totalmente desubicada en menos de 24 horas encontrándose con un Victini, un Articuno… y lo que parecía ser un Alakazam estilista.​

Everyday Everyday bestfriends forever esos 2(?) Relikt Relikt en menos de 24 horas Margaret conocio un pokemon singular, un legendario... y al mejor estilista de Aleria(?)
 

Gennai

Nuevo usuario
Un hombre de adentrado en sus 30 caminaba por la playa junto a su imponente Dragonite ambos mirando el vasto mar a su izquierda, hace cuanto que no estaban en presencia del vasto océano, desde hace ya bastante tiempo que solo se han dedicado a ver árboles, si acaso ríos o arroyos, o sino pues recorrer alguno de los poblados más enigmáticos de la región. No obstante, eso no es suficiente para estos dos aventureros, sin embargo, el entrenador que le acompaña lanzó un suspiro de fastidio, el pokemon a su lado solo rio emitiendo leves quejidos pues ya conocía su comportamiento cuando algo le fastidiaba y esta vez no sería la excepción, el sol de mediodía a todo lo que da emitiendo un fuerte bochorno, el olor a sal del mar, y la arena que se mete entre los zapatos, sin duda factores que harán que Jacob se ponga de mal humor.

El Dragonite se quedó mirando el mar y al ver un pokemon saltar emitió un leve gruñido que llamó la atención de su entrenador quien se giró para verle.

-¿Qué ocurre? – miró a su compañera quien vio algo en el mar – ¿viste algo? – Al parecer es una manada de Dewgons que en su nado sincronizado daban saltos algo llamativos –¿Vaya te gusta verlos hacer acrobacias? - La pokemon asintió emitiendo un gruñido largo de felicidad.

-Interesante – Lanzó un suspiro un poco contento pues a pesar de sentirse fastidiado, ver que su amiga la pasa bien ya es ganancia para él y es lo que importa, a decir verdad, con sus pokemons son los únicos hasta ahora con los que puede tener una conversación sin que se torne aburrida o monótona, si este es Jacob un entrenador errante que desde hace 4 años vive en el exilio debido a que no fue capaz de cumplir los altos estándares de su familia.



---

Pasó una hora de estar caminando debajo del ardiente sol y hasta ahora ni un alma dando la sensación de ser una playa desértica, no obstante, las antenitas que posee Dragonite sobre su cabeza tintinearon y emitió un gruñido que alertó a su entrenador.

-¿Ahora qué ocurre? –

-Ghuoooh – Emitió de nuevo la pokemon de tipo dragón.

-Hum – Jacob sin comprender por qué ese cambio intento buscar con la mirada el motivo, pero sin resultado hasta que por suerte llegó a sus oídos el ruido muy leve de bullicio – ¿Es esto lo que escuchaste? – Ella asintió. – Bien amiga, continuemos entonces y tal vez podamos comer algo – Le indicó y ella volvió a asentir.

Conforme se acercaban se percataron del lujoso edificio a su lado derecho, por su altura Jacob dedujo que es un hotel, una vez que se acercaron todavía más se dieron cuenta de la piscina, los restaurantes etc., que rodeaban aquel sitio. Y los huéspedes que incluyen pokemons la estaban pasando bien, pero hay un problema serio que provocó que Jacob mire a su dragona.

-Estamos invadiendo propiedad privada, cuando se den cuenta vendrán a echarnos - Extendió su brazo y ella bajó la cabeza pues ya sabe lo que viene; las caricias, sí. Jacob pasa su mano sobre la cabeza de Dragonite acariciándosela suavemente – Será en otra ocasión -.

Dispuestos a continuar su camino sin molestar a nadie se alejaron un poco, pero en su camino vieron a un hombre junto a su singular Pokemon: Un Terrakion conversando con dos individuos que se le hicieron conocidos, sin embargo en estos momentos no puede recordar donde los había visto, bueno no es que importe mucho ahora. Sin querer importunar a aquellas personas intentaron pasar de largo, pero antes de que pudieran lograrlo el más joven de ese grupito le llamo.

-Hey tú, justo a tiempo – Llamó un niño de cabellos azules y ojos del mismo sonriéndole

-¿Me hablas a mi jovencito? – Preguntó Jacob en tono de fastidio.

-¿Te gustaría enfrentarte en un combate doble?, siéntete afortunado pues no solemos hacer esto a menudo – Dijo el adolecente.

-Paso – Respondió en tono aburrido el de ojos dorados – Soy un novato y no suelo participar en batallas a menudo –

- Andando tan campante con una Dragonite en buenas condiciones como tú, no creo que tu entrenador sea un novato – Respondió ahora la única chica joven del grupo quien se acercó al pokemón dragón para acariciarle, la hembra respondió el gesto dejándose querer. Su comentario no fue dirigido a Jacob

-Un momento, de qué diablos hablan – Ahora miró al hombre más alto y corpulento de ojos verdes esperando que el pudiera responder.

-Lo siento, es que estas personas son líderes de gimnasio de Arelia y estaban buscando tener un combate conmigo, pero como vez ellos son tres y yo solo uno además les expliqué que he combatido recientemente con otros líderes y mis pokemon quedarán agotados si pelean ahora a menos… -.

-¿A menos? -

-A menos que hagas equipo conmigo, soy Darío Mendoza y soy un profesor -. Saludó intentando estrechar la mano de Jacob.

-Jacob Balfort – Correspondió el saludo – Hum y que gano si entro a esta competencia –

-Puedes ganar una de nuestras medallas de gimnasio – Respondió el joven de cabellos negros que acompaña a los otros más jóvenes – permíteme presentarme, soy Kyle Gale líder del gimnasio de Ciudad Vridia.

-Soy Jayden Uchiyama, líder del gimnacio de Natham – Se presentó finalmente aquel chiquillo de mirada burlona. - Sientete afortunado, si ganan esta pelea puedes decir que venciste a más de un lider de gimnacio a la vez-

-Christa Stelle – Respondió fríamente sin mirarles a ver.

Luego de escuchar sus presentaciones Jacob quedó un poco sorprendido.




DrexeTiger DrexeTiger listo.​
 

Relikt

Cosa del Mal
Cuando Margaret comenzó su viaje como entrenadora novata nunca pensó en conocer algún Pokémon legendario, de hecho, hubiese estado bien si no conocía alguno durante toda su vida como entrenadora pero ahora que tenia uno frente a ella no podía evitar querer dibujarlo, si bien quiso preguntarle a su entrenador si podía hacerlo la interrupción de un Alakazam atrajo su atención.

Hmm, gracias… César — decía Maggie sorprendida por la habilidad del tipo psíquico de poder comunicarse con ella. — Me gustaría recibir tu ayuda.

Maravilloso — respondió César animadamente poniéndose manos a la obra mientras Typhlosion lo veía de mal humor y Bastian lo observaba con curiosidad al verlo peinar a la rubia. — ¿Desea un peinado alto para dejar al descubierto su cuello o prefiere una trenza?

Ah, una trenza estaría bien — hablaba la rubia mientras sentía como Alakazam sacaba productos de la mochila de su entrenador para hidratar su cabello. — ¿Tu entrenador deja que ocupes su mochila para cosas como esa?

¿Por qué cree que mi entrenador tiene su cabello tan bien cuidado? — Preguntaba el Pokémon sacando una sonrisa de la mujer.

Mientras tanto, Anthony y James habían caído sobre la arena revolcándose para ver quien cedía ante el otro, todo ante la mirada de Elaine que los veía pelear como un par de polluelos. El asunto con el Victini travieso pasó a segundo plano durante unos minutos, en los cuales, Alakazam terminaba de peinar a Margaret y el par de chicos se llenaban de arena en lugares desconocidos, o no tan desconocidos, pero los presentes preferían evitar pensar en ello.

Una vez que el par de entrenadores se detuvieron al cansarse y proclamar un empate, su atención regresó a la rubia que había optado por sentarse a esperarlos ya que no sabia como detenerlos, esto avergonzó un poco a los veinteañeros que rápidamente se levantaron mientras se quitaban la arena del cabello y ropa.

Así que un Victini travieso — decía Arturo aclarándose la garganta.

Si, él se llevó mi libro de dibujo — comentó la mujer de ojos azules mientras Indeedee la ayudaba a ponerse de pie tomándola de la mano. — Iba a ir a buscarlo mientras se ponían al día, pero… Typhlosion estaba siguiéndome — añadió señalando al tipo fuego que dormitaba luego de que la rubia lo acariciara en tanto esperaba al castaño y al de cabello azul.

Te siguió — repitió Anthony mirando a su Pokémon con el ceño fruncido para luego suspirar.

Solo espero no haya ido muy lejos… o lo haya lanzado al agua — mencionaba Fraser temiendo que hubiese pasado lo segundo.

Victini es conocido por ser juguetón, pero no dañaría los objetos que toma — respondió Wright mientras la rubia asentía en silencio.

A menos que un Wingull lo haya interceptado pensando que era comida y entonces si, tal vez haya caído al agua — decía James notando el ceño fruncido de Anthony y la expresión de espanto de Margaret. — Pero puede que no haya pasado nada — se apresuró a rectificar.

El mejor dando ánimos, eh — dijo el castaño con sarcasmo.

Y tu si eres bueno en eso, ¿no, Antonio?— Contraatacó el de cabello azul.

Aquí vamos de nuevo — comentó Alakazam suspirando.

Oigan, no quisiera interrumpir su charla emotiva, pero ¿podríamos concentrarnos? — Interrumpió Margaret. — ¿A dónde podría haber ido Victini?

Probablemente a un sitio con muchas personas — habló Arturo encogiéndose en hombros.

El trio quedo en silencio pensativo, por su parte, Chris se acercó a su entrenador señalando un lugar a donde parecían ir algunas personas, por lo que el pequeño grupo se encaminó a un área no muy apartada donde tres personas retaban a los entrenadores. Al asomarse Margaret no reconoció al trio en medio de la multitud preguntándole a James y Anthony si eran famosos a lo que solo se encogieron en hombros y negaron con la cabeza.

Creí que los jóvenes estarían más empapados en la cultura pop — comentó Maggie enarcando una ceja.

Tenia cosas mejor que hacer que sentarme a ver una caja ruidosa — respondió Wright inexpresivo.

Yo he estado ocupado viajando — dijo Pendragon desordenando su cabello creando una pequeña nube de arena.

Ten cuidado, idiota — se quejó el de lentes apartando la arena con su mano.

El dúo comenzó a empujarse molestándose el uno al otro mientras Margaret recorría el lugar con la mirada notando una mancha naranja al otro lado del círculo.

¡Allá! — Habló la rubia en voz alta señalando a Victini y atrayendo la atención del trio de líderes.

Tenemos a una nueva retadora — dijo una chica que parecía animar los encuentros señalando a Fraser.

¿Qué? — Preguntó la mujer de Ciudad Central en tanto Typhlosion alzaba su mano e Indeedee lo golpeaba para que soltara a su entrenadora.

Anthony gruñó por lo bajo mientras James reía al ver que el castaño se mortificaba por las acciones de su Pokémon, por su parte, Margaret palidecía al no saber en que la habían metido. ​

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Everyday Everyday Luigi Luigi
 

Soncarmela

Moderador
Entonces, hermanito, ¿qué ha sido de tu vida?

El rubio estaba usando una crema de queso para los trozos de pan, los que el camarero había tenido que volver a poner dos veces más. Le gustó saber que su hermanito quería comer para crecer... ¡Quizá hasta conseguía alcanzar su estatura!

Adrián terminó de tragar lo que tenía en la boca y soltó un suspiro de exasperación.

—Lo preguntas como si no lo supieras. He salvado el mundo varias veces. He entrenado a mis pokémon. Estoy seguro de que en nada saldré en las noticias como el mejor entrenador.

Andrell sonrió y asintió. Ese ya era el Adrián que conocía más. Pero cuando tuvo intención de decir algo más, sus ojos detectaron un movimiento a la derecha de la mesa. Y no fue el único. Adrián también percibió algo extraño. Ninguno de los dos se equivocó. Una manita de tres dedos asomó y robó, sin vergüenza alguna, un refresco casi vacío. El brazo de la criatura y la bebida desaparecieron detrás del mantel, pero fue suficiente para que ambos entrenadores miraran abajo.

Y se encontraron con un Pokémon que ya habían tenido el placer -o la desgracia- de conocer antes: Victini. Pequeño, vivaracho, como un niño pequeño, y con colores llamativos. El monstruo hincó los dientes en el refresco y lo escupió con desagrado: ¡aquello no era comida! Tardó unos segundos en comprender que estaba siendo observando. Los dos colmillos de sus dientes se estiraron hasta formar una divertida y agradable sonrisa.

¡Viiiiiiiiiiic! —Pegó un salto, chocó contra la mesa y de no ser por los dos humanos, todo se habría caído al suelo. Pero a Victini eso no le importó y salió disparado, ya sin jugar al escondite, para pegar un par de saltos más y terminar encima de Andrell y luego del mantel— ¡Viiiiiiiiiiiiiictini! —Alzó una mano para saludar.

Pero ¿tú qué estás haciendo aquí? —preguntó Adrián, sorprendido.

Cuánto tiempo, Victini —Andrell le devolvió el gesto al pokémon con la mano—. ¡Me alegro mucho de verte!

Victini se encogió de hombros a la cuestión del castaño. No tenía manera de explicarse. Se limitó a correr alrededor de la mesa, obligando a los muchachos a que cogieran platos y evitar una catástrofe. Los trabajadores del hotel observaban la situación con resignación: si prohibían la entrada a las criaturas de los entrenadores, el número de clientes se reducía drásticamente. No les quedaba otra que aumentar el precio del menú para hacerse cargo de los posibles gastos de rotura de mobiliario.

¿Estás solo, Victini? —quiso saber el rubio, apoyando los codos sobre la mesa para acercar su rostro al del pequeño.

Por toda respuesta, asintió y sacó la lengua.

¿Te has escapado? —Esta vez fue el turno de Adrián.

Y en esa ocasión le dirigió la lengua a él, a modo de burla.

Victini era un bicho. Un trasto. Un travieso. No le iban a sacar mucha información. Tendrían que disfrutar de su compañía el tiempo que él quisiera, hasta que se aburriera y decidiera desaparecer de la nada.

Empiezo a sospechar que nos tocará luchar contra otra divinidad —comentó Andrell, entre preocupado y divertido. No sería la primera vez que el inicio de unas vacaciones se convertían en el fin del mundo.

Pues que venga —sentenció el mejor entrenador de Aleria, compartiendo su plato de comida con Victini. Adrián se encogió de hombros—. No le tengo miedo a nada. Si hay villanos ahí fuera, que se atrevan a pelear conmigo.

Ese es mi hermanito. ¡Y yo te ayudaré, por supuesto!

Tú no molestes.



Everyday Everyday
 
OP
OP
Everyday

Everyday

Administrador
El público alrededor de aquellas tres figuras bramó con emoción cuando Maggie alzó la mano para ofrecerse como retadora, o al menos eso creyeron desde su perspectiva.

—¿Muy bien señorita, contra cuál de nosotros desea batirse en batalla? —preguntó la figura de cabello azabache y ropas deportivas—. Jayden es especializa en el tipo psíquico, Christa en el normal, mientras que un servidor lo hace en el tipo agua.

—¿E-especialidad?
—Maggie parpadeó confundida, girándose hacía los varones que tenía al lado, suplicando con su mirada que pudiesen ayudarla a entender el contexto. O sacarla de ese embrollo, de ser posible.

—Por lo que veo son un grupo de tres —Jayden fue señalándolos uno por uno con el dedo índice, después se señaló así mismo—. Podemos hacer un reto interesante: un tres versus tres —cuando aquella sugerencia llegó a oídos de los presentes estos estallaron en emoción—. ¿Qué dicen?, si nos derrotan cada uno podrá llevarse una de nuestras medallas a elección.

¿Medallas?, ¿entrenadores especializados en un tipo concreto de Pokémon? Anthony no necesitó unir los puntos para comprender al instante las identidades de aquel trío, pues era algo de conocimiento público para incluso alguien como él, que en ningún momento de su viaje había pisado uno de aquellos edificios conocidos como «Gimnasio Pokémon».

—Estos sujetos son líderes de gimnasio —dijo Wright liberando el brazo de Maggie tras quitarle a Rex de encima—, son entrenadores muy fuertes. Debes haber oído de ellos, los entrenadores que desean competir en la Liga Pokémon deben derrotar al menos a ocho para tener siquiera el derecho de enfrentar a la Elite Four.

Anthony miró en los ojos de Maggie que toda esa información había entrado a su cabeza, pero que había sido incapaz de digerirla y mucho menos entenderla. No podía enojarse con ella, después de todo había más que el campeonato de la liga Pokémon allá afuera y era sencillo pasar de largo sobre el asunto.

—Creo que lo mejor será decirles que nos confundimos… —comenzó Tony.

—De hecho, creo que deberíamos aprovechar la oportunidad —James se cruzó de brazos y asintió.

—Maggie acaba de empezar su viaje como entrenadora, debes estar bromeando si crees que tendrá oportunidad con un líder —tras decir esto se giró hacía la fémina—. Sin ofender, Maggie, es solo que…

—No, no, no pasa nada
—ella movió su mano en deje desinteresado—. Has dicho la verdad.

—Aún así sería una gran oportunidad para que experimentes un verdadero y autentico combate Pokémon
—continuó Pendragon—. Quién sabe, puede que termines cogiéndole el gusto y decidas participar en el campeonato.

Anthony fue incapaz de rebatir aquel argumento y la razón era simple: aquello que lo impulso a dejar una vida aunque monótona, pero estable y con un futuro garantizado, había sido justamente un simple combate Pokémon transmitido por televisión. Aún recordaba la emoción que experimentó en aquel momento, las luces, los entrenadores rugiendo sus órdenes y los Pokémon moviéndose con destreza en el campo de batalla…

—Arturo tiene razón —tanto la fémina como el de cabellos celestes parpadearon, sorprendidos.

—¿La tengo?

—Sí, idiota, la tienes
—se aclaró la garganta—. Aunque el reto suena un poco elevado para mi gusto, creo que la batalla contra un líder te dejará en claro tanto cómo se vive un combate Pokémon de verdad, al mismo tiempo de que aprenderás de los mejores entrenadores de Aleria qué es capaz de hacer un entrenador y Pokémon como equipo.

Los ojos de Margareth parecieron iluminarse ante aquellas palabras, asintiendo, decidida.

—De acuerdo, lo haré, pero solo si me acompañan.

Anthony tosió un poco para disimular la sorpresa que eso le generó. Era verdad que un combate Pokémon lo hizo lanzarse a la aventura a lo desconocido, pero cierto era que jamás en todos estos años había puesto un píe en un Gimnasio Pokémon y ya ni hablar de batirse en combate contra un líder. Sus incontables aventuras habían sido en compañía de otros entrenadores ordinarios como él y un gran porcentaje de su viaje se centró en ganar y perfeccionar sus habilidades como un Ranger.

Ya que el de lentes se quedó demasiado tiempo pensando en silencio, Pendragón se acercó y comenzó picar su mejilla usando el dedo índice, cual niño que usa una vara para cerciorarse de que un insecto está muerto. La ceja izquierda del castaño comenzó a sacudirse a causa de un tic nervioso.

—Hey, ¿qué tanto piensas?, ¿no se supone que eres un entrenador experimentado? Ni siquiera deberías estar dudando…

—¡Deja de fastidiar!
—apartó con brusquedad la mano del otro varón, luego miró a Maggie con un rostro suplicante. Suspiró en un intento de calmarse—. Bien, hagamoslo. Supongo que será sencillo si vamos los tres juntos.



El público se había apartado lo suficiente como para dejar un espacio bastante extenso en la improvisada arena, cada trío se encontraba en un extremo de la misma, con la mirada clavada en alguien del otro bando, a excepción de Christa, que parecía más interesada en una caracola a mitad del campo que en sus adversarios. La misma chica que había confundido las acciones de Maggie y por ende les arrastró a todo este embrollo estaba en uno de los costados del área, con la mano extendida al aire advirtiendo su papel como referí.

—Este será un combate de tres contra tres sin límite de tiempo, cada entrenador tiene permitido usar a dos Pokémon —descendió su mano, como si estuviese dando el banderazo de salida en una carrera—. ¡¡Comiencen!!

Luigi Luigi Relikt Relikt
 

Luigi

Digimon Tamer/Pokemon Trainer

¿Cuando había sido la última vez que había combatido contra un líder de gimnasio? James no pudo evitar dejar salir una sonrisa desafiante en su rostro, recordando las 4 medallas en su portamedallas y los increíbles combates en los que participó para obtenerlas. Y ahora, una oportunidad de oro se le había presentado para obtener su quinta medalla.​
Tony simplemente frunció el ceño y decidió dejarse llevar. Prefería mil veces seguir buscando a Victini, pero incluso el Ranger admitía que era una oportunidad que no podía dejar pasar… y que de paso Margaret estaba más que decidida en luchar.​
Maggie por su cuenta, a pesar de sentir un manojo de nervios, también sentía ese impulso que como entrenadora, aquel era un primer paso sumamente importante para poder seguir avanzando en la vida tanto como persona y como entrenadora.​
-Bueno, dado que somos los lideres de gimnasio aquí, nosotros somos los que abrimos esto -dejó salir el pequeño líder. -El nombre es Jaden Uchiyama, líder de gimnasio en Ciudad Natham -se presentó cordialmente el pequeño caballerito. -Vamos, ¡Grumpig! -dejó salir de su Pokebola al Pokemon tipo Psíquico.​
-¡Piiiiiiiig! -cerdo Pokemon estaba más que listo para un combate y proteger el honor de su entrenador.​
-El nombre es Kyle Gale, líder de gimnasio en Ciudad Vridia -se presentó el mayor de los tres lideres. -¡Ve, Luddicolo! -Kyle dejó salir a su propio Pokemon, listo para un combate de 3 vs 3. -Y la última de nosotros es Christa Stelle, de Ciudad Pawnest -decidió presentar el de cabellos negros a su silenciosa compatriota​
-¡Ludiiicolooooooooooooo! -el peculiar Pokemon tipo Planta/Agua hizo una peculiar danza como si estuviera agitando maracas en sus manos.​
-… - Christa simplemente dejó salir una Superball y de esta emergió un imponente Vigoroth, llenó de energía a diferencia de su silenciosa entrenadora, que parecía ya tener los ojos idos y a la espera de como reaccionarían los retadores.​
-¡Vamos November! -Tony de inmediatamente decidió tomar la iniciativa y sin dudar mucho decidió lanzar a su peculiar Pokemon Dragón. -¡Es hora de mostrar la fuerza de un Ranger!
-¡Noiiiiiiiiiiiiiiiiiiiveeeeeeeeern! -chilló el dragón, batiendo sus alas al momento de que sus talones tocaron el suelo.​
-Bueno, toca unirnos a la fiesta -James tomó una de sus Ultraball, teniendo en mente al Pokemon perfecto para dicho combate. -¡Ve Kuroga! -el peculiar Umbreon Shiny tocó de forma elegante el suelo, llamando la atención de más de un presente debido a su pelaje negro y aros azules en lugar de dorados.​
-Umbreeeon -dejó salir en voz baja el pequeño Pokemon Siniestro, posando sus ojos rojos en sus contrincantes.​
Maggie se mantuvo en silencio por unos segundos, dudando sobre si al final aquello era una buena idea al sentir la diferencia en la presencia que tenían los tres lideres de gimnasio y sus dos nuevos amigos al momento de entrar en batalla.​
-Llegado a este punto Maggie, solo debes dar lo mejor de ti -se apresuró a decir Tony sin mirar a ka rubia mayor, acomodándose las gafas. -El idiota de Arturo y yo estamos listos para darte el apoyo que necesitas… y si bien yo se que soy un magnifico entrenador, el idiota de Arturo sabe darse a respetar en combates.
-… Yo también te quiero Antonio -respondió con sarcasmo James antes de ignorar las quejas de Tony. -Pero como el dijo, todo viaje empieza con un paso y toda batalla Pokemon inicia con la determinación de dar lo mejor.
-...Pensar que dos chicos menores que yo me están dando un sermón para alentarme definitivamente me hace ver mal -dejó salir una breve sonrisa la rubia antes de elegir una Pokebola y lanzarla. -¡Primarina, yo te elijó!
La foca de Alola hizo una entrada teatral y circense al dar un giro en el aire antes de aterrizar en el suelo, digna de un Pokemon de Coordinador Pokemon.​
-¡Primaaaaaaaaaaaaaaa! -dejó salir Primarina, dándose cuenta del enorme publico que los estaba viendo.​
-¡Esta batalla de 3vs3 entre los Lideres de Gimnasios da inicio! -exclamó el juez, atento para evitar cualquier tipo de inconveniente. -¡Cada entrenador podrá usar 2 Pokemon y solo los retadores pueden hacer sustituciones!
En medio de los gritos del publicó, el primer en lanzarse al ataque fue Tony, ordenándole a Noivern usar su ataque de Pulso Dragón en contra de Vigoroth. En respuesta, Stelle solo le hizo un gesto de manos a su Pokemon y este evadió el ataque y preparó un Puño Hielo ante la alarma de Wright​
Por otro lado, Umbreon se estaba enfrentando a Grumpig, evadiendo un ataque de Demolición del cerdo y contraatacando con ataque Pulso Umbrio.​
Maggie por su cuenta estaba sin saber como empezar, mientras que Kyle y su Luddicolo estaban a la espera del primer movimiento de la chica porque según ellos, la rubia estaba pensando en contraatacar al primer movimiento y por ende era mejor esperar a que ella hiciera algo.​
-¡Dile que use Ventisca!
-¡No le hagas caso a Antonio y dile que use cualquier de los ataques que ha aprendido junto a ti!
Si, esas instrucciones en medio de gritos tampoco ayudaban a la chica de la trenza.​
-Adele… ¿usa Fuerza Lunar?
La foca solo asintió y dio un salto acrobático antes de acumular energía entre sus extremidades frontales… y dispararle a Ludicolo un potente rayo rosado de destrucción en contra del Pokemon. Ludicolo reaccionó rapido, usando Protección y protegiéndose con un campo de fuerza. El impacto de del ataque de Primarina y el escudo dejo salir una enorme explosión, animando el estado animo del publico que estaba viendo aquel enfrentamiento.​
-Nada mal -concedió Gale al ver como el encuentro se estaba desarrollando, viendo como claramente el chico de lentes y el de cabello azul estaban totalmente familiarizados con los Combates Pokemon a diferencia de Maggie. -Para un líder de gimnasio, ver a un entrenador en su primera batalla oficial siempre es algo que nos llena de orgullo a la mayoría… porque estamos viendo el nacimiento de un entrenador que esta dispuesto a darlo todo -declaró el entrenador tipo agua con una sonrisa. -¡Ahora Ludicolo, usa Energi-Bola!
-¡Grumpig, usa Certera!
-… -Christa hizo un gesto obvio a Vigoroth, pidiéndole que exhalara algo. Este de inmediato lo entendió y preparó un Hiperrayo entre sus fauces.​
-¡November, usa Aire Afilado!
-¡Kuroga, usa Bola Sombra!
-¡Adele, Hidrobomba!
Y para facionación del publico, un espectaculo visual de luces y explosiones dio comienza al colisionar todos los ataques de forma simultanea, causando un gran estallido y estruendo que movió el suelo.​

Everyday Everyday Relikt Relikt ya le di inicio a la ronda uno con un KABOOOM(?)
 
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DrexeTiger

Nuevo usuario

—Bueno, ahora con Jacob aquí ya podemos enfrentarnos a dos de ustedes…— me arrepentí inmediatamente de haber pronunciado aquellas palabras, porque la realidad cayó sobre los tres líderes de gimnasio como un enorme Steelix en un pobrecito Pichu: nosotros éramos dos y ellos tres. Entonces empezó una discusión sobre quién no participaría en el combate, discusión que demoró por lo menos 10 minutos antes de que Jacob, el entrenador que sería mi compañero, suspirara exageradamente y mirara visiblemente frustrado en mi dirección —Lo siento, no… no pensé que iniciarían una discusión.
—¿Por qué no simplemente usan una moneda para elegir quién queda fuera?—
sugirió el entrenador de cabello negro encogiéndose de hombros.
—¡Eso es una excelente idea!— exclamó el líder de gimnasio de tipo psíquico procediendo a sacar tres monedas de sus bolsillos —La regla es simple. El que obtenga la cara dispar pierde y no pelea. ¿Están listos?— sus dos compañeros asintieron y así tres monedas surcaron brevemente el aire antes de aterrizar en cada una de sus palmas. La tensión entre los tres era casi palpable, sobre todo cuando, luego de intercambiar miradas serias, enseñaron la cara de sus monedas y, el descalificado resultó ser Jayden.
—B-bueno, las reglas son las reglas— espetó visiblemente afectado el jovencito, quién debía de estar usando toda su fuerza de voluntad para mantenerse compuesto.
—Más suerte para la próxima— canturreo la DJ mientras revolvía el cabello de su amigo más joven —Además, vamos a necesitar un referí.

...​

Nos dirigimos a una sección de la playa despejada y plana, también procurando alejarnos de la gente lo más posible para que, en palabras de los líderes de Aleria, no interrumpieran nuestro combate ya que ¿cuándo se tendría la oportunidad de ver no uno, si no a dos líderes de gimnasio tener una pelea en un reto oficial de la liga? Aunque, ahora que lo pensaba, no sabía que tan legal era ello. Pero mientras no lo mencionara en voz alta supongo que no habría problema.
—Las reglas son las siguientes— comenzó a explicar Jayden de pie entre los dos grupos de rivales. Al parecer el disgusto de no participar en el combate ya se le había pasado, pues estaba hablando con una enorme sonrisa en el rostro —Cada entrenador podrá usar dos pokémon sin cambios. Gana el equipo que debilite a los pokémon rivales. El primer turno lo tienen Darío y Jacob— tragué saliva. Tenía mucho tiempo que no retaba a un líder de gimnasio a una batalla, y eso hacía que mis nervios se elevarán con cada minuto que pasaba —Muy bien, ¡Comiencen!
—¡Ve, Tanque!—
todos mis compañeros estaban fuera de sus transportes esféricos para poder ver a sus amigos pelear, así que en cuanto mencioné al ser legendario, el resto de mi equipo comenzó a gritar de emoción, apoyándolo. Gracias a ello el regularmente inseguro y miedoso Terrakion sonrió y saltó al improvisado campo de batalla, levantando una nube de arena en el proceso. En su rostro podía ver un ligero atisbo de nerviosismo, pero su lenguaje corporal decía que estaba listo para lo que viniera.
—A combatir, Dragonite— declaró Jacob. Su Dragonite, quién también estaba fuera de su pokeball, salió disparada al cielo, dio un par de increíbles vueltas en las alturas y aterrizó elegantemente en el campo. Mis compañeros también comenzaron a apoyarla con sus gritos, visiblemente impresionados por su demostración de agilidad.
—¡Te elijo a ti, Bewear!— la poke-DJ dejó salir a un enorme osito peludito de su pokeball. Era tan adorable que cualquier persona correría a abrazarlo… y se detendrían por su mirada llena de instintos de combate. Inmediatamente el pokémon tocó el campo arenoso su entrenadora comenzó a hacer extrañas señas con las manos en dirección a su aliado, quién asintió y se colocó en posición ofensiva.
—¿Crees que sea un lenguaje de señas?— le pregunté a mi compañero de equipo que miraba detenidamente a nuestra contrincante.
—No lo sé. Jamás había visto algo así— a pesar de que su voz parecía demostrar indiferencia y fastidio conocía muy bien la mirada que tenía en aquel momento: calculadora, estratega y audaz. Estaba, al igual que yo, tratando de descifrar lo que significaban aquellos gestos para definir una buena estrategia. No reprimí la sonrisa que apareció en mi rostro. Tenía un buen compañero de equipo.
—¡Ve, Dracovish!— en cuanto el pokémon de nuestro segundo rival apareció en el campo me brillaron los ojos de la emoción. ¡Era un fósil extremadamente raro! ¡Qué rara oportunidad! Debía aprovechar al máximo esta batalla para poder hacer notas sobre el comportamiento de un ser tan… bellamente extraño. Jacob a mi lado carraspeo un poco, sacándome de mis pensamientos.
—El combate no será sencillo. Será mejor que estemos cien por ciento centrados en él.
—Claro que sí. Te veo muy animado cuándo al principio temí que no aceptarías el combate—
admití mientras me rascaba la nuca.
—Quiero una medalla de gimnasio— se limitó a explicar el de ojos dorados con rostro serio. Se me cruzó por la cabeza preguntar por qué una medalla lo inspiraba tanto a combatir, pero primero, estábamos iniciando un desafío contra dos líderes de gimnasio y segundo, acababa de conocer a Jacob. Sería una falta de respeto preguntar cosas así de personales solo porque tenía curiosidad —Y tengo una idea de cómo sorprender a los líderes justo ahora.
—Yo también tengo un plan. Pero di primero el tuyo, por favor—
estábamos hablando bajo y rápido para no perder el tiempo y no dejar que nuestros contrincantes escucharan lo que teníamos planeado.
—Lo lógico sería que tu Terrakion se lanzara contra Bewear y mi Dragonite contra Dracovish por sus claras ventajas de tipos… ¿Y si hacemos lo contrario? — curiosamente yo había llegado a la misma conclusión. Un ataque sorpresa intercambiando objetivos a último momento.
—Es una buena idea, pero primero sugeriría que hagamos una finta fingiendo que atacamos al débil de tipos y en el último momento, cambiamos de objetivo.
—Ese plan suena lógico, hagámoslo. Empieza tú, por favor.
—¡Entonces ve Tanque, usa Espada Santa contra Bewear!—
el enorme pokémon hizo brillar sus cuernos, los cuales aumentaron de tamaño, y se lanzó de lleno con todas fuerzas contra el oso de peluche.
—¡Dragonite, usa Ataque Ala contra Dracovish!— ordenó el de piel bronceada y su compañero se lanzó al ataque sin un atisbo de duda.
—¡Bewear…— Christa hizo otro juego de señales que su pokémon miraba en detalle —...Machada!
—¡Dracovish, usa Roca afilada para que dragonite no se pueda acercar volando!—
Kyle debía de pensar que la enorme dragona no podría maniobrar bien con las estalactitas de roca que surgiría del suelo arenoso.
Tanto Jacob y yo asentimos y gritamos al unísono: —¡Cambien de objetivos, ahora!
Dragonite, haciendo gala de su velocidad y agilidad en el aire, dio un giro de 180° para cambiar hábilmente la dirección de su ataque. Sin mucho esfuerzo fue capaz de esquivar el puñetazo cargado de energía del poke oso de peluche y, colocándose detrás de él, le asestó un golpe sus alas brillantes de poder volador. Mientras tanto, Tanque clavó una de sus enormes patas en la arena y aprovechó el momento de su embestida para girar sin perder velocidad. Usando sus enormes cuernos, ahora más grandes gracias a Espada santa, destrozó uno tras otro los picos de roca que emergían sorpresivamente del suelo y arremetió contra el draco-pescado, haciéndolo retroceder con una mueca de dolor. El plan había funcionado y, al menos por ahora, teníamos el comienzo del combate a nuestro favor.

Gennai Gennai ¡Dales con la silla!
 
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